Y a ha comenzado, como todos los años y cada vez con más intensidad, la actividad conmemorativa del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Hay actos de todo tipo, organizados desde todas las instancias, tanto públicas como privadas, y en todos los ámbitos. Conferencias, talleres, mesas redondas, teatro, conciertos. Y está bien pero me temo que muchas de estas actividades no son más que expresión de lo políticamente correcto. Y me harta y desespera. No es que piense que debieran suprimirse, al contrario. Creo que esta conmemoración es necesaria para superar la concepción machista de la sociedad. Sólo digo que no es suficiente (para nada); y que parace haber derivado en una mera operación de maquillaje.

Que lo importante ahora sólo es el continente y no el contenido. Porque las desigualdades de género existentes en la realidad y que las estadísticas muestran de forma tozuda no desaparecen con la realización de unas cuantas actividades dispersas en dos fechas significativas al año. Hace falta una gran transformación social en y desde todos los ámbitos, especialmente aquellos en los que los procesos de socialización son especialmente sensibles: la familia, la escuela (incluyendo la Universidad); y los medios de comunicación. Y dicha transformación no se puede operar sólo a través de normas, especialmente si éstas resultan cuestionadas socialmente o, incluso, si las mismas se vacían de contenido con otras normas contradictorias.

No me puedo explicar cómo vamos a avanzar en igualdad si la Iglesia católica, la más patriarcal de todas las organizaciones, sigue jugando un papel esencial en la educación. Será imposible conseguir una sociedad de iguales si en la formación de las personas, desde la infancia a la vida adulta, no se nos inculca el valor de la igualdad. La lista es larga, muy, muy larga. Y es que, en el fondo, late la convicción de que las desigualdades de mujeres y hombres son sólo cosa de mujeres. En términos generales son muy pocos los hombres que se dan por aludidos y piensan que la cosa no va con ellos, que no les afecta. No se sienten interpelados.

Cosas de chicas, suelen decir. Os apoyamos y respetamos pero el trabajo es vuestro. Si la mitad de la humanidad piensa así ¿qué podemos hacer la otra mitad Por favor, no dejéis que celebremos solas el 8 de marzo. También es vuestro. Y por algo se empieza.