P ermítanme la imprudencia, el 27 de mayo ganará las elecciones municipales y se convertirá en alcalde de Elche. Quedan los abruptos vericuetos de la campaña electoral que, para él, actuarán a modo de rito iniciático. Pero tendrá que preocuparse sólo de que las cosas sigan como están. Ni siquiera podrá tener como referencia a sus rivales políticos. Ángeles Candela tan sólo podrá matizar un poco el voto de la izquierda. Mercedes Alonso , que en mi opinión puede ser una excelente candidata, posiblemente la mejor candidata que ha presentado el PP desde la llegada de la democracia, tiene un endémico problema, su partido acudirá presto a ponerle las cosas todo lo difíciles que pueda. La referencia habrá de buscarla Alejandro Soler en el propio desarrollo de la institución municipal. En definitiva, en la historia de su propio partido en relación con el Ayuntamiento de Elche. Deberá identificar la tarea que a él y a su momento le toca cumplir, los deberes de la fase que a él corresponde y que, sin duda, habrán de ser distintos de las aportaciones que cada alcalde hizo en su etapa. A Ramón Pastor , el entrañable Ramonico, le cupo el honor de presidir el primer Consistorio de la democracia, representar a la ciudad en el esplendoroso y añorado tiempo de la transición, un regalo que la historia hizo a mi generación. Ramón Pastor supuso la solución de continuidad del socialismo ilicitano histórico con los nuevos tiempos. Sacaba su fuerza del Raval como Escarlata O`Hara la sacaba de Tara. Devolver a esa gente, de profunda raigambre republicana y socialista, el orgullo de la recuperación del gobierno local e iniciar el desarrollo de las transformaciones físicas de la ciudad con especial mención a la avenida de la Libertad fue su legado. Manolo Rodríguez vino a poner radical contrapunto a Ramón Pastor. Frente al populismo de Ramonico, el culto y el cultivo de la «intelligentsia» de Manolo. Continuó y profundizó en la obra pública municipal en etapa de gran expansión municipalista en España. Con Diego Maciá la ciudad ha dado un fuerte impulso en su transformación, a pesar de encontrarse con una administración autonómica hostil. Utilizó la obra pública más como palanca de crecimiento que como hito en sí mismo. Tal es el caso del desarrollo de las infraestructuras y comunicaciones que han situado a Elche en una posición privilegiada para afrontar el futuro; obras como el Parque de Torrellano, la política de aparcamientos, la nueva concreción del planeamiento y su ejecución han modernizado la ciudad extraordinariamente. El diseño, por último, de un Plan Estratégico para el municipio supone la apertura de una nueva línea de política municipal que habrá de reconocerse a quien, posiblemente, haya sido el mejor alcalde de Elche en el siglo XX junto con Vicente Quiles . Sí, don Vicente Quiles, a quien siempre he reconocido su obra y repudiado su ideología, aunque aquella mezcla de Arriba España y nobleza personal se me antoje hoy enternecedora si se compara con la derecha que gastamos. Ahí deberá buscar Alejandro Soler su lugar. Y no será tarea fácil. Todo huele a fin de una etapa. Empieza otra que trae sus propios problemas a los que habrá que responder. Posiblemente, requiera respuestas que no se limiten sólo a la obra pública. El ladrillo público produce inmortalidad pero no siempre soluciones. Los problemas de esta ciudad provienen del proceso de profunda transformación a que está sometido el calzado, que ya no es el primer sector de la economía ilicitana; de la necesidad de diversificar sus fuentes de riqueza; del modelo de ocupación que habrá que dar al gran activo que, afortunadamente, aún tiene el municipio de Elche, un extenso término razonablemente desurbanizado; del nuevo modelo de integración ciudadana con una fuerte inmigración; una población universitaria que jamás tuvo la ciudad y la aparición de sectores profesionales que están cambiando la tradicional estructura de la sociedad ilicitana.

A esa nueva realidad habrá de buscar respuestas el candidato socialista. Sería deseable que se desmarcara de la rutina de los prolijos programas electorales, fabricados desde el más íntimo convencimiento de su inutilidad, y lanzara a la ciudad el mensaje que tiene para ella. Tiene capacidad y se ha preparado a conciencia para ello. En sus manos está el convertir su turno en una esperanza. q