No es todo lo divertida y estimulante que sería de desear, sobre todo porque su guion no añade apenas novedades de peso, de modo que su reclamo más poderoso es que, finalmente, ha despertado las ansias de los nostálgicos, sorprendidos sin duda de que un producto tan rentable como ´Cazafantasmas´, que batió records de taquilla en 1984 y que tuvo una secuela muy rentable en 1989 haya tardado la friolera de 27 años en tener continuidad. Lo hace sobre un elemento esencial, la modificación del factor genérico, es decir sustituyendo a los hombres que protagonizaban las cintas precedentes por mujeres. El resto es más de lo mismo, con el cuarteto de turno empleando sus habilidades como cazadores de fantasmas en una Nueva York que está siendo asediada por siniestros y poderosos monstruos.

El director Paul Feig, que solo se planteó utilizar a protagonistas femeninas tras la muerte del actor y guionista Harold Ramis, que frustró el proyecto que ya estaba en marcha, pensó que la alternativa más viable era escoger a un cuarteto de actrices de eficacia probada que combinasen humor, terror estrafalario y un despliegue masivo de efectos visuales. Es así como se abre paso esta cuadrilla de cazadoras de fantasmas integrada por Abby, Holtzmann, Erin y Patty. La primera es experta en fenómenos paranormales, Erin se mueve en el terreno de la física, Holtzmann es ingeniera y su habilidad reside en tomar los resortes que se le ocurren a Abby y Erin y combatirlos, y Patty tiene la virtud de conocer Manhattan como la palma de su mano, algo fundamental para encontrar a unos fantasmas que se esconden en los lugares más insospechados. Un planteamiento poco novedoso y apenas vibrante que puede dar un juego limitado en un marco de público incondicional, pero que no permite hacer milagros. La cinta, eso sí, nos obsequia con la presencia, en cameos breves, de algunos de los actores originales, concretamente de Bill Murray, Dan Aykroyd y Sigourney Weaver.