Se llama Salva, tiene 31 años, es auxiliar administrativo y vive en Busot. Es el único alicantino que hay entre los 15 concursantes de la cuarta edición de Masterchef, el talent-show culinario de TVE que arrancó este pasado miércoles por la noche.

Salva tuvo una entrada espectacular en el programa, pues uno de los jueces, Jordi Cruz, le retó a que realizara algo que prometió que haría si resultaba elegido. Y ni corto ni perezoso, ante el jurado y las cámaras, le pidió matrimonio a su novia, que aceptó la proposición.

El alicantino convenció al jurado con su reinterpretación de un plato de huevo frito con patatas y chorizo.

En su ficha, Salva se define como alguien perseverante, competitivo y reconoce que las críticas no le sientan demasiado bien. Además, en las fechas en las que se grabó el programa presidía la Asociación de Busot de Moros y Cristianos y entre sus muchas aficiones le gusta tocar la percusión en una banda de música.

Salva tuvo que empezar a trabajar desde joven para ayudar económicamente a su familia, ya que su padre falleció cuando él tenía 16 años. Apasionado de la cocina, afirma que es capaz de imitar platos de restaurantes de tres estrellas Michelin.