Elecciones en Cataluña

Illa despliega una agenda electoral con guiños tanto a la izquierda como al voto moderado

El líder y candidato del PSC, Salvador Illa, en un acto de partido al que acudieron los líderes sindicales en Cataluña.

El líder y candidato del PSC, Salvador Illa, en un acto de partido al que acudieron los líderes sindicales en Cataluña. / Manu Mitru

Sara González

En su propósito de ser un partido 'atrapalotodo', de ser capaz de seducir a izquierda y a derecha y de tener desbrozadas las vías de pactos dentro y fuera del independentismo, el candidato del PSC, Salvador Illa, llega a las puertas de la campaña de las elecciones catalanas habiendo desplegado una agenda que contemporiza con todo el espectro ideológico. Su abanico de propuestas van desde no bajar impuestos, acabar con el 'dumping' fiscal y reducir la jornada laboral, a incorporar más de 2.000 mossos que patrullen las calles para combatir la multirreincidencia y las ocupaciones ilegales; de la creación de un alto comisionado contra la pobreza infantil y blindar por ley el índice de referencia de las ayudas sociales, a defender la ampliación del Aeropuerto de El Prat y el cuarto cinturón.

En las dos últimas semanas, la agenda de Illa ha conjugado encuentros con foros que hacen gala de su sello conservador, como el elitista Círculo Ecuestre; a reuniones con UGT y CCOO, que piden explícitamente una apuesta en las urnas por las papeletas de partidos de izquierdas. En el auditorio de la burguesía barcelonesa, los asistentes se encontraron con un dirigente comedido, no independentista, que apela a la moderación y la estabilidad que reclaman, pero que, a la vez, no cede ante las patronales que denuncian el "infierno fiscal" catalán y exigen al futuro Govern una rebaja de los impuestos bajo el argumento de que la presión fiscal está por debajo de la media europea. Y los sindicatos, con un dirigente receptivo a sus demandas de mejoras para los trabajadores que en su geometría de pactos incluye a los partidos de izquierdas, pero también a Junts y el PP.

El PSC quiere un millón de votos que lo lleven a una victoria incontestable en Cataluña para poder mirar por el retrovisor a sus principales contrincantes -Pere Aragonès y Carles Puigdemont- y estar en mejores condiciones para tejer un pacto para gobernar que se antoja muy difícil. El partido tiene estudiados cuáles son sus fronteras de voto y quiere pasar el rastrillo en todos los frentes. De ahí que Illa pida el voto incluso de los independentistas hastiados con el 'procés' y que guiñe un ojo a la derecha mientras se arropa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero para cautivar a la progresía.

Exprimir todas las fronteras de voto

El argumentario está afilado en todos los campos. Si mira el flanco con ERC, su principal argumento de desgaste es el de la gobernabilidad de Aragonès poniendo el foco en crisis como la de la sequía o la educación. El hasta ahora jefe de la oposición hurga en la gestión que considera "deficiente" tanto de los republicanos en solitario como de los independentistas en la última década. Juega también con su hilo directo con Moncloa para presumir de que él sí que será capaz de obtener una nueva financiación para Cataluña cooperando con el Gobierno de Sánchez, por más que rechaza el modelo a la vasca que reclama Aragonès.

La vocación de atraer al votante de centroderecha que se considera huérfano desde la desaparición de Convergència y la apuesta por la confrontación de Junts se hizo evidente en la conferencia de Illa de hace dos semanas, a la que acudieron desde Miquel Roca -fundador del extinto partido- a exconsellers emancipados de la estrategia de Puigdemont, como Santi Vila, Miquel Sàmper o Meritxell Ruiz. "Bienvenidos son", aseguran fuentes socialistas, en cuyas filas se han consolidado dirigentes de la antigua Unió como Ramon Espadaler o, en el caso del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle.

Incluso Illa, en su discurso de que es necesaria una "tercera gran transformación" en Catalunya reivindica el papel de Jordi Pujol en la primera etapa, centrada en el despliegue del autogobierno. Entre sus apuestas están las grandes infraestructuras por las que apuesta Junts. Desde el cuarto cinturón a la ampliación del aeropuerto de Barcelona, pasando por la desacomplejada defensa del Hard Rock; además de prometer "estabilidad" y un mandato sin sobresaltos ajustado siempre al marco del Estatut vigente.

Partido de "orden"

El adjetivo "orden" forma parte también del repertorio de Illa para atraer voto de derechas, con la vista puesta principalmente en absorber parte de lo que queda de Ciutadans. Sus propuestas de más mossos o la defensa del trilingüismo en la escuela son una muestra de ello, aunque también dentro del bloque unionista y ante el PP hace valer que por él pasa la única opción para que Catalunya tenga un presidente no independentista por muy poco que les guste la concesión de la amnistía. Y ese "orden" lo vende también mirando a la izquierda, a los Comuns, de los que pretenden proyectar una inestabilidad por su ruptura con Podemos y los cambios de nomenclaturas, además de atribuirles la "irresponsabilidad" de no haber aprobado presupuestos ni en el Parlament ni en el Ayuntamiento de Barcelona.

Ante la izquierda, Illa se presenta como el partido fiable capaz de tejer acuerdos y la continuidad en Catalunya del legado de un Sánchez cuya alternativa es un gobierno del PP de la mano de Vox. Y con ese mismo ahínco se reivindica como garante de una etapa sin marejadas ante los moderados y de derechas que vindican por poner fin a lo que el líder del PSC define como las "aventuras" del 'procés'.

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