La investidura previsiblemente fallida de este jueves de Jordi Turull (JxCat) como presidente de la Generalitat activará la cuenta atrás de dos meses para encontrar un presidente con los apoyos necesarios, y si los independentistas no lo consiguen, se disolverá la Cámara y se convocarán elecciones de nuevo en julio.

Este plazo de dos meses está regulado por el artículo 4.6 de la Ley de la Presidencia de la Generalitat: "Si transcurridos dos meses de la primera votación -de investidura- ningún candidato ha sido elegido, la legislatura queda disuelta automáticamente y el presidente de la Generalitat en funciones convoca elecciones de manera automática".

El único punto que no se podría cumplir es que quien convocara las elecciones fuera el presidente en funciones, ya que no lo hay por la aplicación del artículo 155, y debería convocarlas el Gobierno central, como hizo con las autonómicas del 21 de diciembre.

La cuenta atrás de dos meses iba a empezar el 30 de enero, cuando se programó el pleno para investir el expresidente Carles Puigdemont, pero aquel plenario se suspendió para evitar una confrontación directa con el Tribunal Constitucional (TC).

La suspensión generó una situación inédita en la Cámara sobre los tiempos para encontrar un presidente: se decidió consultar a los letrados, que establecieron que el reloj no había empezado a contar y quedaba suspendidos los dos meses marcados por ley.

Este jueves sí empezará la cuenta atrás porque el pleno se ha desarrollado con normalidad y se habrá celebrado una votación, la que previsiblemente arrojará que Turull no tiene los votos necesarios para ser presidente.

Posibles elecciones en verano

Si se confirma que los independentistas no son capaces de ponerse de acuerdo en estos dos meses, el 23 de mayo quedará disuelto el Parlament y, según la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (Loreg), deberán transcurrir 54 días hasta la fecha de las elecciones.

Esta legislación sitúa que, como fecha más plausible, unas elecciones catalanas serían el domingo 15 de julio, una fecha inédita para una contienda electoral ya que difícilmente ningún gobierno sitúa unos comicios en pleno verano.