El más votado, por tanto el partido favorito de los catalanes, es Ciudadanos. Hace diez años era irrelevante. Una formación anti nacionalista que tiene incluso en sus filas a partidarios de revertir las autonomías. Sin embargo, lo va a tener difícil para gobernar. Imposible. Es casi como aquello que se dijo sobre la victoria en Andalucía del PP de Javier Arenas hace años: mayoría relativa, derrota absoluta. Volvió a gobernar el PSOE

Pocas veces unas elecciones regionales como estas de Cataluña resultaron tan interesantes, e importantes, para Europa y el mundo. La cuestión catalana ha estado omnipresente y hasta el más reacio a la política hablaba del procés, de los políticos catalanes y sus peripecias, del 155 y de estos comicios. La política había vuelto con fuerza a las tertulias, bares y reuniones familiares y ahí va a estar, como plato estrella en las cenas y comidas festivas. Pero si en una mesa navideña, independentistas o unionistas, de derechas o izquierdas van a verse obligado a hablar y pasarse el turrón, no está nada claro que aquí, entre partidos catalanes de ambos bloques pueda haber un entendimiento. La participación en las urnas, más que histórica es mítica. Brutal. 82 por ciento. Incluso en Barcelona y su corona metropolitana/obrera, donde muchos habitantes no se sentían concernidos tradicionalmente por las elecciones autonómicas.

A Puigdemont le ha resultado rentable la campaña belga, estrambótica y por plasma. A Junqueras no le ha beneficiado dar pena por estar en presidio. Tal vez también a ERC le ha perjudicado la endeblez de Marta Rovira como candidata, inconsistente para fajarse, monocorde y escasa de preparación. Eso y que seguramente, la vieja e influyente burguesía catalana no ha olvidado cuál es su formación, cuál es la heredera de CiU, luego de haberle prestado votos a ERC e incluso a la CUP. Pierde Rajoy. Su partido se hunde. No es residual, es banal, si bien cada escaño puede ser oro a la hora de formar mayorías. Pero claro, al PP de Albiol no parece que nadie vaya a pedírselos. Sí a la CUP, experta en mandar e influir siendo minoría. Sus cuatro escaños serán muy demandados por el bloque indepe. Con todo, el efecto rebote para los populares en el resto de España va a ser positivo. Su electorado está movilizado por lo sensible que es hacia los asuntos territoriales. El problema catalán puede recrudecerse. Si hay una característica del nacionalismo es su tenacidad, su persistencia. El raca-raca. Vuelta a la independencia y al referéndum como centro de la agenda política. Dice mucho que el candidato que ha apelado a la reconciliación haya subido mínimamente: Iceta. No interesa ese mensaje, o no tanto como debiera.

Qué decir de los Comunes, que llegaron a ganar elecciones. Bajón histórico. Zasca a la ambigüedad. Pudieron haber sido los que sacaran a Cataluña del atasco y la fijación con el referéndum. Pero prefirieron compadrear con el nacionalismo, con el light y con el ultramontano, que últimamente eran lo mismo. La gente prefiere el original y no los bienqueda, la copia. Eso, esa tendencia a la baja de los de Domenech podría contagiarse al Podemos de Pablo Iglesias. Ciudadanos ha obtenido el doble de votos que el PSC. Grosso modo la fractura social persiste mitad por mitad y el trabajo de cualquier líder político ahora sería ayudar a desandar el camino del guerracivilismo que tanto se ha fomentado. Es casi vana la esperanza atendiendo a los antecedentes, pero no dejemos que el pesimismo adelante acontecimientos.

El recuento fue muy lento. El recuento lento es ochentero. Recontar lento es de pobres. Es como bananero. Hasta en eso hay hecho diferencial: el recuento en Cataluña fue tutelado y ralentizado. La ventaja es que se añadió emoción a la cosa, a la noche y a las expectativas. Lo malo fue que los análisis televisivos, radiofónicos e internéticos estuvieron modo pausa mucho tiempo. Fue la hora, entonces, de los tertulianos audaces, lanzados o repetitivos. Atentos. Hoy, más. También Artur Mas, que ya predijo (en sus tiempos aún lúcidos en lo político, hace muchos años) que el independentismo traería consigo la fractura de Cataluña y el ascenso de Ciudadanos. Amén.