Que las sospechas de la Guardia Civil recayeran, tras la muerte de Asunta, sobre "Charín", como la llamaba su madre de niña y como se refieren a ella las vecinas más mayores del barrio compostelano del Ensanche, les resultaba "extrañísimo" a quienes vieron crecer a esta licenciada en Derecho que llegó a ser cónsul de Francia en Santiago cuando contaba solo con 27 años. "No nos cabe en la cabeza", aseguraban vecinas de la calle en la que vivían sus padres, paralela a la suya.

Los adjetivos de las conocidas de sus padres para referirse a Rosario Porto eran entonces todos positivos y muchos en grado superlativo: "muy inteligente", "muy educada", "muy amable", "sonriente, agradable y atenta", "muy activa", "una mujer culta, preparada", "viva", "dinámica", "equilibrada y muy simpática".

Rosario Porto es hija única de Socorro Ortega, que fue profesora titular de Historia del Arte en la Universidade de Santiago, miembro de la Real Academia Gallega de Bellas Artes y autora de varias publicaciones sobre arte compostelano, especialmente de la época barroca, y de Francisco Porto Mella, letrado y excónsul de Francia, y que ejerció como abogado de Pescanova en los comienzos de la empresa. Su familia, de la que heredó también viviendas en Santiago y un chalé en Teo, es conocida en la ciudad.

Rosario Porto -nacida el 11 de julio de 1969- estudió Bachillerato en el mismo centro que su hija fallecida, el Rosalía de Castro, y se licenció en Derecho por la Universidade de Santiago. Pero sus estudios no finalizaron ahí, ya que amplió su formación en centros británicos y franceses.

La madre de Asunta ejerció durante diez años como cónsul de Francia en Santiago -su trabajo mereció la Orden Nacional del Mérito del Gobierno francés-, una responsabilidad de la que antes se ocupó, durante 25 años, su padre. En un relativo corto espacio de tiempo, sufrió la pérdida de sus dos progenitores y la separación de su pareja.

Rosario era miembro de la directiva del Ateneo, que organiza conferencias, y de la asociación de padres del instituto Rosalía de Castro. Además, toda la familia era aficionada a la música clásica. Desde pequeña, Asunta, que al parecer hablaba cuatro idiomas, acudía a conciertos en el Auditorio de Galicia con sus padres, que, según sus conocidos, mantenían, pese a su separación, una "relación muy cordial".