Artur Mas (Barcelona, 1956), el hombre que siempre reivindicó su sello personal más allá de su mentor, Jordi Pujol, se convirtió en el primer presidente de la Generalitat de Cataluña que convocaba una consulta soberanista en el actual período democrático español.

Era 2002. Jordi Pujol le había señalado como su heredero y Mas no era aún muy conocido popularmente. Muchos se preguntaban entonces: ¿Qué piensa Artur Mas?

Precisamente este era el título de un libro publicado ese año, en el que Mas decía, sobre el independentismo, que "un proyecto político para el 15 o el 20 % de nuestra sociedad no le conviene a la posición de liderazgo que quiere el nacionalismo catalán"

En aquel libro-entrevista, la joven promesa de CiU apostaba por la "España plurinacional" como "la única posible en el futuro" y decía que "una manera óptima de conseguir el encaje que la haga viable sería una estructura confederal".

"Yo me quiero dirigir a la mayoría del país, y esta mayoría no está hoy por la independencia" -afirmaba entonces Mas- que opinaba que "un político que se dedique a hacer un discurso muy excitante dirigido a una parte de la población, que además en el caso de Cataluña es una parte minoritaria (...) creo que es un político que lleva el país hacia un escenario de frustración".

Trece años después, es evidente que mucho ha evolucionado el discurso del hombre que ahora define públicamente la relación entre Cataluña y el resto de España en términos de "David y Goliat".

¿Actuará como el tecnócrata como se le describía en los inicios de su carrera política? ¿Será el corredor de fondo que no se desfondó en la travesía del desierto del Tripartito o la "flecha negra" como le apodaban en sus años de futbolista juvenil?

Y es que cuando a principios de 2001 Jordi Pujol le invistió como sucesor, pocos apostaban a que Mas sería el primer presidente de la Generalitat en convocar trece años después una consulta soberanista y unas elecciones autonómicas

Caricaturizado en los noventa como un robot en programas de humor de la televisión autonómica y señalado por sus críticos como fruto del "dedazo" de Pujol, Mas ya decía entonces que se veía más relevo que sustituto y parafraseaba a su admirado Kennedy diciendo que "el futuro no es un regalo, es una conquista".

Tras ser una "gota malaya" para el entonces "olímpico" alcalde Pasqual Maragall en el Ayuntamiento de Barcelona, Mas entró en el Govern en 1995, cuando el entonces conseller de Obras Públicas dimitió por un asunto de corrupción del que más tarde fue absuelto.

Pujol movió banquillo y le llamó a calentar, no sin antes advertirle de que le iban a fotografiar "hasta las plantas" del balcón. Según el libro "Biografía de un delfín", de la periodista Montse Novell, frenó en seco unas obras de la cocina de su casa.

Estaba naciendo un político con más largo recorrido del que le auguraban sus adversarios. De Obras Públicas pasó Economía y su peso en el entorno de CiU fue haciéndose cada vez mayor.

Licenciado en económicas

Amante de los desayunos frugales, muy trabajador y austero, Artur Mas i Gavarró (Barcelona, 1956), licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, está casado con Helena Rakosnik y es padre de tres hijos.

Mas se define a sí mismo como una persona discreta y constante que domina perfectamente el inglés y el francés, algo que utiliza con desenvoltura en sus viajes y entrevistas con medios extranjeros. Una persona muy familiar, para Mas es importante recuperar valores como la cultura del esfuerzo, el trabajo, la mentalidad abierta y el mérito, cualidades sobre las que ha intentado apoyar sus mandatos.

Gran amante y conocedor de la literatura y la lengua francesa, Mas ha confesado en más de una ocasión que su libro favorito es ´El Principito´, de Saint-Exupéry y que siente gran admiración por personajes históricos como Winston Churchill, Mahatma Gandhi y el Papa Juan XXIII.

Declarado seguidor del FC Barcelona, de joven fue futbolista del Sant Cugat, pero actualmente se inclina más por practicar la natación para mantenerse en forma.