"Sería lo deseable que llevásemos el chaleco antibalas, al menos quienes patean la calle. Pero ni hay para todos ni todas las patrullas los llevan". La frase de una agente de la Policía Nacional de Vigo resume a la perfección la disponibilidad de un elemento de protección que sin ser infalible, en la mayoría de los casos puede ser determinante a la hora de salir con vida de una intervención como la del Calvario, por ejemplo.

El escaso número de chalecos en las comisarías españolas, incluida la de Vigo, es una de las críticas más reiteradas por los sindicatos del Cuerpo Nacional de Policía. Algunos agentes optan por comprárselo -ronda los 400 euros- y otros admiten que en muchas ocasiones, y por cuestiones de urgencia o exceso de confianza -"pese a que lo marca el reglamento", añaden-, salen a patrullar sin asegurarse de que llevan al menos uno en el maletero.

Ayer mismo, la UFP emitía una nota indicando como un hecho contrastado que las UPR (Unidad de Prevención y Reacción), como las que intervinieron en el atraco del viernes en Doctor Carracido, "están formadas por 30 funcionarios y que para esta unidad de Vigo solo tienen 10 chalecos exteriores de aproximadamente 3 kilos y 4 interiores de uso personal que no han sido asignados y están en su embalaje original". Estas pertenecen a la marca Fedur, y forman parte de un lote de 20.000 chalecos adquiridos el año pasado por Interior para entregar en las comisarías en los próximos cuatro años. Pero además de disponer de ellos, si no se ajusta a la talla del agente, y al sexo, pierde efectividad. La UFP afirma que en la UPR de Vigo "había 4 mujeres, desgraciadamente ahora tres, y que no había ningún chaleco específico de mujer. Saquen sus propias conclusiones".