El Príncipe de Asturias y de Viana, que en unos días será proclamado rey Felipe VI, expresó ayer su «empeño y convicción» de dedicar todas sus fuerzas a la «fascinante tarea de seguir sirviendo a los españoles» y a la «querida España», «una nación, una comunidad social y política unida y diversa». Se pronunció así durante su intervención al presidir en el Monasterio de San Salvador de Leyre, acompañado de doña Letizia, la entrega del Premio Príncipe de Viana al historiador Tarsicio de Azcona. «En períodos de dificultades como los que atravesamos», la experiencia de tiempos pasados «nos enseña que solo uniendo nuestros afanes, anteponiendo el bien común a los intereses particulares e impulsando la iniciativa, la investigación y la creatividad de cada persona lograremos avanzar hacia escenarios mejores», subrayó.

El primer discurso de don Felipe tras el anuncio de abdicación de su padre, don Juan Carlos, fue recibido con más de un minuto de aplausos por parte de los 220 invitados reunidos en la basílica del monasterio, puestos en pie, que don Felipe respondió con gestos de gratitud, visiblemente emocionado. Minutos antes, había dedicado sus últimas palabras a reafirmar su compromiso y el de su familia con el futuro de Navarra, un futuro en el que «también tendrá su lugar la próxima Princesa de Viana», según resaltó, en alusión a su primogénita, Leonor, antes de«señalar que la actitud "valiente y laboriosa, tan navarra y tan española», será «decisiva para superar los obstáculos» que atraviesa España.

Don Felipe aludió además expresamente a la abdicación de su padre para destacar cómo las circunstancias han llevado a que sus primeras palabras tras el anuncio de don Juan Carlos tengan lugar en la «querida tierra navarra», uno de los «solares originarios» de la «patria española». En ese punto, afirmó: «Me permitirán, señoras y señores, que, respetando el procedimiento parlamentario iniciado, les reitere mi empeño y convicción de dedicar todas mis fuerzas, con ilusión, a la apasionante tarea de seguir sirviendo a los españoles, a nuestra querida España; una nación, una comunidad social y política unida y diversa que hunde sus raíces en una historia milenaria».

Tras advertir sobre la necesidad de actuar unidos y anteponer el bien común a los intereses particulares para superar las actuales dificultades, don Felipe argmentó: «Este es el ánimo que todos responsables institucionales, agentes sociales y económicos, entidades y ciudadanos debemos tener para afrontar con decisión el futuro y ampliar el campo de esperanza que se abre ante nosotros».

También se refirió a la «histórica sucesión» de la Corona la presidenta navarra, Yolanda Barcina, quien garantizó a don Felipe la lealtad de la Comunidad Foral en esta nueva etapa de «importantes retos sociales, políticos y económicos», para la que consideró «fundamental» la «estabilidad institucional», con el «ejemplo admirable» de don Juan Carlos.