25 de septiembre de 2012: el "Rodea el Congreso" se salda con 35 detenidos y más de 60 heridos, entre ellos policías. Año y medio más tarde las "Marchas por la Dignidad" acaban con 67 agentes heridos y 30 arrestos. Es el fruto de una violencia radical, cada vez más profesionalizada, que desde entonces no ha cesado de buscarse un hueco en las protestas ciudadanas.

Frente a los violentos, los antidisturbios y los agentes de Información. Los primeros protagonistas estos días después de que en el ya conocido como 22M un puñado de ellos quedara aislado y a merced de los radicales por un cúmulo de errores que la Policía investiga. Mientras, los afectados piden el cese de sus mandos.

Quince días después de los incidentes, algunos agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP), los antidisturbios, han hablado con Efe de cómo tienen que enfrentarse a los violentos y han aprovechado para exigir a sus mandos que actúen como policías y no como políticos, en una clara crítica a las órdenes de mantenerse "estáticos" que se trasmitieron durante el 22M.

Tanto los agentes de Información como los de las UIP consultados han detectado un salto cualitativo y cuantitativo en las acciones de los radicales, cada vez con más tintes de "guerrilla urbana" o de "kale borroka".

Frente a las acciones violentas puntuales de hace diez años, como las que se llevaron a cabo al albur de las movilizaciones por la guerra de Irak, desde la aparición del movimiento 15M los radicales han aprovechado numerosas protestas ciudadanas para "colarse" y hacerse presente de forma más continua.

Y precisamente por ello, los promotores del 15M han llegado a condenar de forma explícita esas actitudes y a desvincularse de cualquier protesta en la que pudieran intervenir los violentos.

Pero este movimiento ciudadano, que concitó la simpatía de miles de personas, sirvió a los radicales para expandirse y llevar a cabo sus acciones violentas con mayor impunidad, ya que necesitaban una masa pacífica que les sirviera de parapeto.

Como explican a Efe fuentes policiales, precisan al menos una masa de 5.000 personas para infiltrarse, pasar más desapercibidos y esperar al final de la manifestación para actuar. Y lo hacen cada vez más organizados, con una perfecta distribución de funciones y con "armas" más contundentes y lesivas, como rodamientos de acero, petardos con metralla o cócteles incendiarios.

Incluso, según recuerda a Efe un antidisturbios que intervino en el 22M, usan cócteles molotov, como el que lanzó un radical ese día.

Unos artefactos que ya quisieron utilizar en las manifestaciones posteriores al 25S y en la huelga general del 14N, aunque la actuación coordinada del Grupo 21 de la Brigada de Información de Madrid y las UIP lo impidió, evitando así males mayores, ya que el material con el que se confecciona -aceites y detergentes- provoca una expansión de las llamas de laboriosa extinción.

De todos modos, cualquier objeto contundente que pueden arrancar ya "in situ" les sirve, como las propias señales de tráfico, las rejillas de las alcantarillas o los adoquines que consiguen extraer golpeándolos con éstas. Por eso, en los cacheos preventivos muchas veces no se les encuentra nada.

Todos los agentes consultados, incluidos los representantes sindicales, tienen claro que los radicales endurecerán sus acciones, y mientras unos creen que buscan una víctima entre la Policía, otros opinan que a los violentos no les importaría un "mártir" entre sus filas como Iñigo Cabacas, el joven vasco que murió hace dos años tras recibir un pelotazo de goma de la Ertzaintza en unos incidentes al término de un partido de fútbol.

Sus tácticas son conocidas y controladas por la Policía. Entonces, ¿qué pasó el 22M?. Para empezar, dicen algunos agentes a Efe, los radicales no se descolgaron de la masa, como hacen en otras ocasiones, fueron muy pegados a los manifestantes pacíficos y no esperaron al final de la manifestación para actuar.

Además, constataron que eran muchos y que la fuerza policial que quedó aislada era poca, por lo que decidieron "avanzar" desde el convencimiento de que los antidisturbios no iban a utilizar pelotas de goma u otro material porque todavía había mucha "masa pacífica" concentrada.

"El terreno que tú pierdes, lo ganan ellos", subraya un agente a Efe, antes de asegurar que se tardó mucho en reaccionar y que había una orden "cuasipolítica" de no actuar de forma contundente, toda vez que había observadores de la OSCE y todavía estaban calientes los acontecimientos de Ceuta que acabaron con la muerte de 15 inmigrantes, en un suceso donde la Guardia Civil usó pelotas de goma.

Los antidisturbios españoles afirman que proporcionalmente son menos que en otros países, denuncian que el material que utilizan es de un diseño ya anticuado, exigen poder usarlo como hasta ahora y demandan de sus mandos, no sólo apoyo, sino tácticas policiales alejadas de órdenes políticas.

"Que los mandos estén con nosotros. Que nos respalden. Hacemos un trabajo duro e impopular y nuestros mandos deben protegernos", concluye un agente.

Desde las organizaciones sindicales también se pide un mayor apoyo y, sobre todo, una mayor implicación de los jueces para castigar más este tipo de acciones violentas, tal y como señalan a Efe los coordinadores de las UIP de los sindicatos SUP, Jacinto Morales, y UFP, Emilio Martín.

También una condena sin "ambigüedades" y "contundente" de determinados partidos políticos, en consonancia con el apoyo que la sociedad sí da a la Policía.

Ambos alertan de la violencia extrema de los radicales, porque aunque los policías se protegen más, las "armas" usadas por los violentos son cada vez más peligrosas. Por todo ello, reivindican algunos cambios en los protocolos de actuación, pero siempre dentro de los límites del Código Penal.

E insisten una y otra vez: "Que el criterio policial prevalezca por encima del político".