¿Por qué en un país como España con una tasa de paro del 25 %, con centenares de familias que no obtienen ningún ingreso mensual, con miles de personas que están siendo desahuciadas, un país que arrastra, en definitiva, el desgaste de más de cinco años de implacable crisis, no se ha producido un estallido social?

¿Qué contiene a los españoles, que día si y día también salen a las calles a protestar pero de forma mayoritariamente civilizada? "Es la pregunta que cada vez está más en el ambiente: ¿qué es lo que impide que esto explote?", señalan desde la secretaría de Acción Sindical de UGT-PV. Tres son los factores que expertos universitarios, patronal y sindicatos coinciden en señalar: familia, economía sumergida y Estado de bienestar.

El profesor de Análisis Económico de la Universitat de València, Lorenzo Serrano, recuerda que los extranjeros se muestran "perplejos ante la tranquilidad de las movilizaciones en España dado el elevado desempleo", pero apunta que esta no es la primera vez que los españoles padecen tasas de paro tan altas y tampoco entonces llegó la revolución a las calles. Fue a principios de los ochenta, cuando se llegó al 20 %, y en la crisis del 92/93 en la que se rozó el 25 %.

Tanto Serrano como el también profesor, en este caso de Economía Aplicada, Vicente Pallardó, o el presidente de la patronal autonómica Cierval, José Vicente González, coinciden en que un factor decisivo de la relativa calma social es la red familiar, que, según el dirigente empresarial, "no existe en ningún otro país de Europa" y que está "parando" las penurias de muchos hogares. Jubilados que ponen sus pensiones en la cesta común de la familia, hijos que vuelven a la casa paterna porque han sido desahuciados o porque han perdido sus empleos son dos ejemplos claros de la forma en que la familia está contribuyendo a paliar el desastre. Un elemento que Lorenzo Serrano vincula también a la escasa movilidad que caracteriza a los españoles y que permite que las familias estén muy concentradas geográficamente.

El desempleo se está cebando de forma inmisericorde entre los más jóvenes, que en aproximadamente la mitad de los casos de encuentran en el paro. Son ellos los, en principio, más batalladores y, por tanto, los que podrían armar más jaleo ante sus negras perspectivas de futuro. Sin embargo, el profesor de Análisis Económico de la Universitat de València apunta que se trata de un colectivo que, pese a la frustración que les embarga, "no ha cambiado radicalmente su forma de vida con la crisis porque aún no habían empezado a trabajar o llevaban poco tiempo en el mercado laboral, lo que implica que su dependencia de los padres ya era importante". Otros muchos, además, han optado por la emigración.

Aunque son demasiadas las familias con todos sus miembros en el paro, en número no superan el 10 % del total, según Serrano, quien añade que "eso no quiere decir que no tengan ingresos". Y es que el otro factor clave de esta coyuntura es que, como dice José Vicente González, pese a los recortes que está aplicando el Gobierno para controlar el déficit público, lo cierto es que "la red de protección social es bastante tupida". No se trata solo de los subsidios, sino que las coberturas sociales en sanidad o educación, donde a los parados se les discrimina positivamente, son mucho mayores que "en otros tiempos", según Serrano. Nada que ver con la dictadura o incluso con los primeros años de la Transición.

A la ayuda de la familia y del Estado se añade la economía sumergida, que está siendo la tabla de salvación de muchas personas. Es una tendencia creciente a lo largo de esta crisis. La patronal asegura que, como está sumergida, es imposible saber cuál es su contribución al PIB.

Desde UGT, sí se atreven a cuantificarla. Apuntan que en 2011 alcanzaba el 20 % en España y que ahora estará en torno al 24 %, un porcentaje que sube por encima del 25 % en la Comunitat Valenciana. Tanto patronal como sindicato coinciden en que la recesión está incrementando el impacto de las actividades opacas al Estado, pero por motivos diferentes. En UGT consideran que "las empresas cada vez incurren más en la economía sumergida porque saben que los trabajadores tienen que comer" y que, por tanto, aceptarán cualquier condición laboral, por pésima que sea, con tal de obtener unos ingresos. José Vicente González considera que el motivo está en el aumento de la fiscalidad, que ha variado al alza de forma sustancial desde inicios de año y que está llevando a muchos autónomos y microempresas a pasarse a la ilegalidad.

El próximo día 14 los sindicatos mayoritarios han convocado la segunda huelga general de este año contra el Gobierno. Día tras día organizan manifestaciones en diversos sectores que suelen terminar sin incidentes de calado en la mayoría de las ocasiones. ¿Qué papel están jugando?. El presidente de la patronal Cierval califica su actuación de "responsable", porque "son conscientes de las dificultades pero no son kamikazes como en otros países" europeos golpeados también duramente por la crisis, en especial Grecia. González no está de acuerdo con la huelga ni está por la labor de animar a los sindicatos en sus movilizaciones, pero asegura que entiende las protestas, siempre que no pasen a mayores", porque "hay gente que lo está pasando muy mal".

En UGT, por su parte, entiendenque, durante toda la etapa democrática, los sindicatos siempre han buscado el diálogo con los empresarios y el Gobierno. "Ahora seguimos igual, pero llegará un momento en que, ante las dificultades que atraviesan los ciudadanos y los trabajadores, a lo mejor vamos a tener que dar una respuesta distinta», aunque recordaron que no es tolerable que haya personas que se suicidan cuando van a quitarles sus viviendas y que «están sucediendo cosas que están llevando a la esquizofrenia a la sociedad".

Por su parte, Lorenzo Serrano asegura que la responsabilidad de los sindicatos es también fruto de la frustración: "Cuando hay una convicción de que con la confrontación se consiguen cosas es más fácil caer en la movilización y la radicalización de esta, pero la situación actual es tan complicada que probablemente las movilizaciones se hacen por necesidad pero con el convencimiento de que no van a dar resultados.

El ejemplo está en Grecia, donde las protestas son continuas, pero sin ningún resultado, porque los recortes van cada vez a peor". No obstante, los consultados asumen que todos los parapetos que aún le quedan a esta sociedad para evitar el estallido social podrían romperse si la economía no detiene su caída, si el paro supera los seis millones de personas...