La subdelegada del Gobierno en Burgos, Berta Tricio, aseguró ayer que la seguridad de la casa cuartel que el miércoles sufrió los efectos de un atentado con una furgoneta cargada de explosivos "se revisará" cuando se acometa la reforma o nueva construcción del edificio.

Tricio dijo que no le consta ninguna advertencia de los guardias civiles o sus familias por los riesgos que suponía para su seguridad que se aparcaran vehículos junto a la parte trasera del inmueble. En cuanto a la seguridad de las casas cuartel consideró que "se toman medidas que están establecidas, entre las que es fundamental la autoprotección, aunque una de las claves de la seguridad es precisamente no detallar esas medidas" para que sigan siendo efectivas.

Técnicos del Ministerio de Interior evaluaron durante toda la jornada el estado de la casa cuartel para determinar si sufre daños estructurales, lo que obligaría a su derribo. No obstante, la subdelegada advirtió de que sea cuál sea el resultado del informe, la vuelta de los guardias civiles y sus familias a la casa cuartel se demorará varios meses. Las 118 personas que se encontraban en los pabellones del cuartel de la Guardia Civil de Burgos en el momento del atentado, a las cuatro de la mañana del miércoles -35 hombres, 35 mujeres y 41 niños- están alojadas en un establecimiento del Ministerio de Defensa en la capital burgalesa. Sin embargo, Tricio ya ha pedido al teniente coronel de la Guardia Civil que detalle las necesidades de cada una de las familias afectadas para adecuar las viviendas que puedan ocupar temporalmente a sus necesidades particulares. Todos los daños ocasionados por el atentado serán cubiertos por el Consorcio de Compensación de Seguros, al que ya han llegado 150 expedientes de reclamación de daños en viviendas, vehículos y comercios.

Decenas de curiosos con sus cámaras de vídeo y fotográficas se acercaban ayer a las proximidades de la casa cuartel para plasmar un espectáculo que sigue siendo dantesco por los daños ocasionados por la explosión del coche bomba. El perímetro del edificio seguía acordonado y era incesante la actividad de los peritos y trabajadores limpiando el entorno. Eran muchos los restos de los destrozos que aún permanecía esparcidos en un amplio diámetro y que se estaban retirando, fundamentalmente partes de ventanas, persianas y ladrillos, así como vehículos con importantes daños. Los ciudadanos se acercaban a ver el cráter, de 7 metros de diámetro y 2 de profundidad.