Los turistas alojados en los hoteles cercanos al lugar del atentado estuvieron recluidos durante horas en los establecimientos ya que se estableció un amplio perímetro de seguridad en la zona de la explosión. El perímetro, que tampoco podían traspasar los medios de comunicación, se fijó en dos kilómetros a la redonda del cuartel de la Guardia Civil que sufrió el atentado, en previsión de que pudiera haber un coche bomba aparcado en los aledaños.

Entre los vecinos había muchos nervios porque pudieran tener familiares o amigos entre las víctimas, "en el cuartel conozco a muchos, y me he asustado", comentó una joven, que añadió que los terroristas "matan por matar".

Los turistas de los hoteles cercanos no estaban autorizados a salir de los establecimientos, de forma que unas calles que habitualmente están llenas de paseantes, se encontraban ayer vacías. La bomba explotó a unos cientos de metros de cuatro playas que se encuentran llenas estos días, según explicó ayer el alcalde de Calvià, Carlos Delgado. En Palmanova y Magalluf hay actualmente unos 30.000 turistas disfrutando de sus vacaciones, añadió el alcalde.

El cuartel está en unas dependencias municipales, junto a una oficina de Correos, una oficina de empleo y un centro de salud, comentó el primer edil. Delgado expresó el "dolor" por la muerte de los dos jóvenes guardias. "Lo que parecía que nunca podría ocurrir en Baleares, ha ocurrido; el hecho insular parecía que nos protegía, pero la barbarie de ETA ha cruzado el Mediterráneo y han venido a donde sabían que el atentado iba a tener muchísima repercusión".

También la carretera principal de acceso a Palmanova fue cortada desde unos 2,5 kilómetros de distancia.