Sucedió el mes pasado. Un camión de un circo volcó y cinco elefantes salieron despedidos del remolque ¿Resultado? Uno muerto y el resto heridos, pero ¿qué ha pasado desde entonces con ellos?

Todos sabemos que el final de los circos con animales está muy cerca. Lo que aún desconocemos es cuál va a ser el destino de todos esos animales. En principio, la solución más lógica sería depositarlos en alguno de los escasísimos centros de rescate existentes en España pero, claro, sólo les daré un dato: hace un par de meses, al pedir personalmente sitio para cuatro tigres en el más importante de todos ellos, me contestaron que poseen en lista de espera, nada más y nada menos, que más cincuenta tigres y leones. Un auténtico disparate.

En el caso de los elefantes el tema es aún peor si cabe. Primero porque, pese a que hay más de 25 viviendo en circos españoles, no existe un solo santuario en nuestro país con instalaciones específicas para ellos. Y, segundo, porque se trata de elefantes asiáticos, de animales con una infinita sensibilidad que, si desde pequeños se entregan a su «mahout», es decir, a su cuidador, pueden morir de pena si son separados de éste. Imagínense ahora, en el caso concreto de estos elefantes accidentados, qué vínculo mantendrán con su domador-cuidador que, con tan sólo dos años de edad, ya salían todos juntos a la pista. Desgraciadamente en estos casos, a menudo lo más difícil es saber que es «lo menos malo» para los animales porque, desgraciadamente, «bueno» ya no hay nada.

En cualquier caso, sí hay algunas cosas que deberían haberse hecho ya. La primera y principal, prohibir, de una vez por todas, el uso de animales en los circos. La segunda, pero tan importante como la primera, potenciar la creación de nuevos centros de rescate -o ampliar los existentes- para que puedan acoger a todos esos animales, sean de la especie que sean. Y la tercera, para casos tan especiales como el de estos elefantes, aplicar protocolos específicos que valoren tanto el aspecto físico como el psíquico de los mismos y que consigan el mayor bienestar para los animales.

Eso es lo que debería haberse hecho, pero, como no se ha hecho, la pregunta es: ¿qué ha ocurrido con los famosos elefantes accidentados en la autovía? Pues muy sencillo, no ha ocurrido nada, absolutamente nada. Siguen en el mismo circo, entre otras cosas porque, como ya he apuntado, ni hay un solo santuario en España donde llevarlos ni tampoco voluntad política de hacerlo. Esa es la realidad.