¿Quién no ha visto a una persona en régimen de exclusión durmiendo en la calle junto a su perro? No es una elección, sino una necesidad. La habilitación de albergues de personas es una asignatura pendiente en la humanización de la asistencia social.

Es necesario tener un lugar donde aquellas personas sin hogar con animales a su cargo puedan acudir para dormir, comer o cubrir cuestiones de higiene básica. La mayoría de estas personas condenadas a la soledad, pobreza y frío se ven obligadas a dormir en las calles por no abandonar a su perro o gato, en muchos casos su única compañía.

Un albergue con un libre acceso, ya sea para animales pequeños en trasportín, o de mayor tamaño usando jaulas habilitadas en espacios exteriores, es absolutamente necesario. Las fórmulas están en manos de quien manda, un cambio de actitud, voluntad, amabilidad, cordura y sensatez no es mucho cuando hablamos de bienestar social y animal.

Sandra Barrera. Abogado