Estos días ha habido gran revuelo como consecuencia de un reportaje de la industria cárnica y las condiciones en las que al parecer viven los animales en algunas explotaciones ganaderas. Cuando nos encontramos ante noticias tan llamativas, siempre hay voces a favor y en contra, aportando datos en un sentido y otro. La cuestión que quería plantear es si realmente existe una garantía de bienestar de estos animales, entendiendo «bienestar» como el «conjunto de condiciones necesarias para vivir bien». Realmente, me sorprende la numerosa legislación que existe al respecto y, si nos basáramos en la cantidad, pensaríamos que los animales viven «felices» en estas naves inmensas y que tienen todas sus necesidades cubiertas.

Sin embargo, la conclusión que extraigo es que todas las normas en la materia (tanto nacionales como europeas) priman la sanidad animal, y no su bienestar, lo que quiere decir que la finalidad de estas normas supone que los animales no transmitan enfermedades a los humanos, derivadas de su consumo. Por ello, se pone especial énfasis en asegurar que éstos no padecen ninguna enfermedad transmisible a las personas o que pueda suponer una pérdida económica para el sector ganadero, más allá de garantizar que viven conforme a las necesidades de su especie, disponen de espacios adecuados, se relacionan, o simplemente, tienen una vida exenta de sufrimiento.

Como he dicho, no son pocas las normas que pretenden regular el «bienestar» de estos animales en explotaciones ganaderas, o durante su transporte, sin embargo, parece más bien una cuestión teórica que una realidad, toda vez que su vida (y muerte) se encuentra llena de sufrimiento.