Pensemos en un acto cotidiano de cualquiera de nosotros. Adquieres una botella de agua de plástico y te la bebes. Seguidamente, como ciudadano ejemplar acudes al punto de reciclaje y depositas el envase, sin tener conciencia de que la mayor parte de ese plástico nunca será reciclado. Sin darnos cuenta, con ese simple acto estamos contribuyendo de una forma notable a la degradación sistemática de muchos ecosistemas marinos no sólo en nuestra propia localización geográfica sino también en otras mucho más alejadas. Miles de animales mueren cada año víctimas del plástico.

El planteamiento que quiero realizar en este artículo es valorar la posibilidad de prohibir legalmente el uso de envases de plástico para bebidas de consumo humano como el agua, bebidas isotónicas, etc.

Entiendo que esta prohibición no debe ser adoptada frente al consumidor final sino que debe realizarse frente a las grandes industrias que se lucran con este negocio contribuyendo a la degradación de los mares de nuestro planeta. Existen alternativas de envases biodegradables que no son desarrolladas por cuestiones económicas, pero que en la situación actual debemos contemplar como una posibilidad de proteger nuestro planeta y los animales que habitan en él. Propugno por tanto una prohibición absoluta de comercialización de envases de plástico no biodegradables. Obviamente, entiendo que este posicionamiento es agresivo, pero no lo es menos la existencia de islas artificiales de plástico en muchos mares del mundo. Ante situaciones desesperadas hay que adoptar a veces medidas desesperadas.