Todas las emociones pueden ser adaptativas o desadaptativas en función de cómo las empleemos. El miedo tiene la función de protegernos de peligros. Sin embargo, mal gestionado, puede tener consecuencias negativas tanto en nosotros/as mismos/as como en los seres a los que queremos.

En el caso de los animales, es muy frecuente encontrar a personas que llevan a cabo conductas absolutamente tóxicas de cara a ellos, y que están causadas y mantenidas por el miedo que sienten a que les ocurra algo malo. Las emociones deben ser auto manejadas de forma adecuada por la persona que las siente; sin embargo, el miedo es una de las más difíciles de controlar. Cuando es el propio miedo el que nos controla, pueden ocurrir cosas como el bloqueo, la paralización o la sobreprotección de los seres a los que queremos, incluyendo a los animales que forman parte de nuestra familia. Ejemplos de ello serían personas que no dejan que sus perros disfruten la libertad por miedo a que les pase algo, o personas que intentan que sus animales acepten a otros sin un mínimo nivel de estrés, o incluso las que no les dejan llevar a cabo comportamientos específicos de la especie a la que pertenecen. En el caso de los gatos, no debemos intentar eliminar su esencia felina ya que cuando hay varios conviviendo juntos es normal que se peleen y que establezcan ellos mismos la jerarquía, dado que en la naturaleza funcionarían así. El hecho de humanizarles y protegerles de sus propios instintos sin dejarles desarrollarse como la especie que son, nos puede suponer una tranquilidad egoísta, pero para ellos conlleva un perjuicio importante.

El respeto por el animal al que queremos debe estar siempre por encima de nuestros miedos e inseguridades, independientemente de que a nosotros/as nos cueste entender algunos de sus comportamientos. Cuando se comparte la vida con otro ser de una especie diferente, debemos informarnos de qué conductas son sanas y normales en su caso para fomentarlas, respetarlas y entenderlas, y en consecuencia, no dejarnos llevar por emociones que puedan llegar a bloquear el desarrollo adecuado de ese animal.