¿De qué sirve una norma municipal si no se articulan cauces para su cumplimiento? ¿De qué sirven las declaraciones si no hay voluntad de transformar las palabras en hechos y los hechos en acciones ejemplificantes y educacionales? Una norma es un texto lleno de palabras vacías si no la acompaña la voluntad de acción precisa.

Hace unos días pregunte a un policía municipal de Alicante dónde podía dirigirme para reclamar vigilancia en un parque donde un vecino pasea a un PPP (perro potencialmente peligroso) suelto, sin bozal, acosando a los gatos callejeros. Su respuesta fue «diríjase a la unidad canina». Lo que decía tenía sentido, pues es la única unidad donde se ve empatía por los animales, pero no es válida porque esta unidad tiene otro cometido y hoy no está en su mejor momento.

Con ordenanza nueva o vieja, con Concejalía de Protección Animal o sin ella, hoy la ley no se cumple y la voluntad de que se cumpla no se percibe. Como ayer, todo son palabras, pero solo palabras.