Respecto al concepto de amor existen muchísimos mitos y poca gente conoce la realidad de lo que este concepto significa verdaderamente. Amar de forma sana es algo poco común, tanto entre humanos como entre humanos y animales. En mi opinión, enseñar a amar tendría que ser una de las principales asignaturas que nos deberían enseñar desde la infancia. Las maneras de amar erróneas o tóxicas son muy comunes, tanto en la relaciones de pareja como entre padres y madres e hijos e hijas. Pero aquí vamos a hacer hincapié en las formas de amar a los animales y cómo pueden favorecerles o perjudicarles seriamente. La forma más tóxica y común de amar es la de hacerlo de forma egoísta: «Te quiero pero mi prioridad es evitar mi propio sufrimiento». Es frecuente encontrar, por ejemplo, casos de personas mayores que esperan hasta el último momento para ocuparse de sus animales y dejarlos en un buen lugar siendo ya en muchas ocasiones demasiado tarde. También personas que adoptan o, peor aún, compran un animal teniendo poco tiempo para estar con ellos o unas circunstancias poco adecuadas para que estos tengan calidad de vida. El amor si hace daño o perjudica no es amor. Cuando realmente se ama, todo lo que se proyecta hacia el otro ser es positivo: respeto, cariño, protección, cuidados? pero nuestro amor nunca puede restar a la vida de a quien se dirige.

El amor debe ser altruista, el amor es dar sin pensar en recibir. Cuando amamos no existe el concepto de propiedad, pues su significado es justamente lo contrario. El amor es expansivo, no es selectivo, restrictivo ni condicional. Y para utilizar bien este importante término, los animales son los mejores maestros que podemos encontrar.