Al día siguiente de aparecer esta noticia, curiosamente salió otra cuestionando la misma. Al parecer, un grupo de expertos apuntan a que el rápido aprendizaje que está desarrollando la niña podría deberse más bien a que ésta sufriera algún tipo de retraso mental. Según éstos, lo más probable es que, al ser abandonada en la selva por sus padres, hubiera sido acogida por los primates, sí, pero sólo durante algunos días. En cualquier caso, lo que está claro es que ese grupo de monos le salvó la vida.

No es la primera vez que ocurre algo así. Al contrario, desde 1799, en que se encontró al primer niño en los Pirineos viviendo en estado totalmente salvaje, hasta nuestros días, son muchos los bebés humanos que han sido acogidos por animales. Los casos se suceden en el tiempo, pero hoy me referiré sólo a aquellos casos en los que sus protagonistas aún siguen vivos.

En 1970, por ejemplo, en Portugal, una niña fue encerrada en un gallinero por sus padres nada más nacer. Sobrevivió gracias a ser adoptada por las gallinas con las que convivía. Actualmente vive en un hospital psiquiátrico. Aún, hoy en día, sólo sabe cacarear y aletear sus brazos como si fueran alas.

Diez años más tarde, en Uganda, una colonia de monos verdes adoptó a Jojn Ssbunya cuando, siendo un niño, huyó a la selva al ver cómo su padre mataba a su madre.

En el 2004 apareció también un niño criado por perros salvajes en Siberia. Desde el hospicio en el que todavía vive, relatan cómo aún huele la comida antes de ingerirla y cómo sigue lamiendo el agua para beberla.

Sólo dos años más tarde hallaron a otro niño en Rusia viviendo entre lobos. En este caso, sus dientes se habían afilado como colmillos y sus uñas parecían auténticas garras. Huyó del hospital en el que fue ingresado. Hoy en día sigue viviendo entre lobos. ¿Y qué me dicen del chico argentino criado por una colonia de gatos callejeros? Cuando fue encontrado, sólo sabía maullar.

En fin, como ven, la lista de casos es interminable aunque, por supuesto, hay muchos más, incluso algunos sucedidos en nuestro propio país, como el de aquel chico criado por lobos y que, según dice, todos los días echa de menos aquellos años de libertad.

Sin embargo, para mí, lo más llamativo no es que esos animales les salvaran la vida acogiéndolos en sus grupos o manadas -al fin y al cabo, la protección de los bebés en el mundo animal es algo sagrado-, lo verdaderamente increíble es que todos ellos acabaran abandonados en medio de la selva, condenados a una muerte segura por sus padres humanos. Eso es lo verdaderamente escalofriante.