En los últimos meses, desgraciadamente, se han producido distintos ataques de perros a personas que, en algunos casos, incluso, han llegado a producir la muerte de las mismas.

El último caso lo conocíamos esta misma semana, cuando en Beniarbeig (Alicante) cinco perros pertenecientes a las llamadas razas peligrosas, presuntamente, causaron la muerte de un hombre al que atacaron.

Al respecto surgen muchas preguntas ¿Por qué ocurrió? ¿Qué pudo motivar la agresión? ¿Hay razas de perros más agresivas que otras?

Para empezar, habría que aclarar varias cuestiones. La primera es que las razas de perros, como tal, las ha creado el hombre. Es decir, hemos sido nosotros los que, seleccionando animales con distintas características, tanto físicas como psíquicas, hemos creado diferentes razas con idénticas cualidades. ¿Eso significa que no puedan cambiarse algunos aspectos de estos animales? No, de hecho puede hacerse y se ha hecho. Un ejemplo claro sería el de los doberman. Estos perros que, en su día, fueron considerados auténticos asesinos, al ver los criadores de los mismos disminuida drásticamente su venta por lo anterior, comenzaron a realizar selecciones en las camadas, separando aquellos cachorros que presentaban menor agresividad. El resultado es que la raza fue disminuyendo su peligrosidad hasta los datos actuales, en los que, el número de mordeduras de éstos, es, prácticamente, nulo. Ya ven.

Pero, sigamos contestando más preguntas al respecto. Por ejemplo ¿Son los perros pertenecientes a las razas consideradas potencialmente peligrosas, más agresivos que los de otras? Verán, es cierto que este tipo de animales son muy territoriales y dominantes. Es decir, les gusta mandar. Pero, atención, de la misma forma que también lo son los Yorkshire o los Cocker ¿Cuál es entonces la diferencia entre unos y otros? Pues muy sencillo. Mientras que la mordedura de estos últimos puede causarnos una simple herida, la de los otros, es decir, la de los pitbull o rottweiller -por poner sólo algunos ejemplos de estas razas- puede, literalmente, matarnos. Son, evidentemente, animales mucho más grandes, potentes y fuertes.

Por lo tanto, ya sabemos otra cosa muy importante y es que, dado lo anterior, para tener o, estar al cuidado de este tipo de razas, se debe ser, especialmente, responsable, entre otras cosas, porque los daños que pueden causar los mismos son, como hemos visto, muy, pero que muy importantes. Por eso, legalmente, nacieron esas famosas "licencias" para la tenencia de este tipo de animales. Lo que persiguen las mismas es, simplemente, asegurar la responsabilidad de las personas que los poseen. Esa es su finalidad. Y, no crean que se trata sólo de tutelar cómo se va a tener al animal custodiado o, por ejemplo, cómo se va a llevar al mismo por la calle, sino que, tanto o más importante que lo anterior, es que, aquellos que los tengan, sean personas capaces de criarlos y educarlos adecuadamente. Eso es fundamental para que cualquier animal de este tipo presente, en un futuro, un comportamiento sociable y equilibrado. Si eso se consigue, los perros potencialmente peligrosos pasan a ser potencialmente amistosos ¿Problema? Pues que, cuando se pusieron de moda este tipo de animales, resulta que muchos de ellos cayeron en manos, precisamente, de personas que no eran responsables, ni siquiera, para tener como animal de compañía una pequeña cucaracha, imaginémonos, por tanto, para tener a uno de estos animales. En fin.

Ahora bien, y metiéndonos ya en faena, en los casos como el último sucedido en Beniarbeig ¿Qué pudo, realmente, ocurrir? Bien, para empezar, se trataba de cinco perros que, por los antecedentes que tenían, probablemente, no habían sido adecuadamente socializados ¿Eso qué significa? Pues que, durante el periodo de socialización -durante su etapa de cachorros- esos animales no debieron tener mucho contacto con personas, seguramente vivirían aislados -en alguna casa de campo o chalet- y, además, por el número de animales -cinco en concreto-, lo harían en grupo o, lo que es lo mismo, en manada. Eso fue forjándoles, poco a poco, un carácter desequilibrado como animales de compañía y, probablemente, con una tendencia muy alta a ver, en cualquier persona u animal, un peligro.

El día en que ocurrieron los hechos, los animales debieron escaparse y, al ver a la persona fallecida, actuaron como una manada. Primero lo identificarían como un enemigo a batir, como un peligro para ellos. Después, lo rodearían y comenzarían a morderles pero, el peligro real para la vida de la persona, llegó cuando ésta cayó al suelo. A partir de ese momento, los ojos de los perros quedaron a la altura de los suyos -los animales debieron entenderlo como una provocación o un reto- y la agresión debió alcanzar las cotas más altas. El resultado ya lo sabemos todos. Un auténtico drama: un hombre muerto y cinco perros sacrificados.

Ahora, le toca a la justicia decidir quien es el responsable pero, haga lo que haga, ya nunca podrá convertir la muerte en vida.