Se trataba de una prestigiosa Fundación para la protección de leones de Madrid, con la que colaboro estrechamente desde hace años en todos los rescate de grandes felinos y en su posterior traslado a reservas contraladas de Sudáfrica. Su presidente acababa de recibir la noticia directamente desde un renombrado santuario de animales de Zimbabwe: Cecil, uno de los leones más emblemáticos del Parque Nacional Hwange, había sido cazado primero con flechas y luego abatido a tiros.

Nadie conocía en ese momento la noticia en ningún lugar del mundo. ¿Por qué, entonces, habían llamado a Madrid? Muy sencillo. Las primeras sospechas relacionaban directamente la nacionalidad del cazador con la de un español. Había que descubrir quién había sido.

Inmediatamente, en el más estricto silencio mediático, comenzamos una investigación sobre todos los españoles que habían podido desplazarse a la zona con el fin de cazar a algún animal en aquellas fechas pero, a priori, los datos no cuadraban. Días más tarde, las autoridades africanas nos confirmaban que, en efecto, había sido un dentista estadounidense el responsable de dicha muerte.

Exigimos, entonces, juntos a muchas otras ONG del mundo, que los hechos no quedaran impunes. El gobierno de Zimbabwe comunicó que pediría la extradición del cazador para que fuera juzgado en su país. Pero, sin embargo, nunca pasó nada. ¿El motivo? El cazador había pagado los 40.000 dólares que le pedían por su trofeo. Ese fue el precio de la vida de Cecil.

Así que, como legalmente el camino estaba ya cortado, sólo nos quedaba dar a conocer los hechos para que, al menos, el peso de la presión social cayera sobre el responsable, pero ¿se interesarían los medios de comunicación por la muerte de un león cuando cada año son cazados tantos? Fue entonces cuando, casualmente, recibí la llamada de una periodista de Bilbao que quería tratar el tema del tráfico ilegal de animales para su periódico local. Le comenté lo que había sucedido y le dije que, si le interesaba el tema, se pusiera directamente en contacto con Luis y CJ, los representantes de la fundación de Madrid. Así lo hizo. El reportaje salió en el País Vasco ese fin de semana. Dos días más tarde la noticia era portada nacional. Una semana más tarde era portada mundial. Durante los meses siguientes no existió un lugar en el mundo donde no se conociera el nombre de aquel león y la macabra historia de su muerte.

Así que, cuando este fin de semana pasado se produjeron numerosas movilizaciones contra la caza en nuestro país, no pude evitar recordar la historia de aquel pobre león y de otros muchos animales que, desde entonces, han caído igual que él. Una auténtica pena que nos debe llenar de rabia e impotencia. Descansen en paz todos ellos.