La violencia no distingue entre sus víctimas. La crueldad con los animales está relacionada con la violencia hacia las personas. Cuando un niño o un adulto golpean o torturan a un animal es muy probable que con el tiempo lo haga también a un ser humano. Hay que estar muy atentos a estas conductas y detenerlas cuanto antes. No mirar hacia otro lado y denunciar el maltrato donde esté ocurriendo, ya sea en la calle, en casa del vecino o en nuestra propia vivienda. Entre todos tenemos que contribuir a que esto termine de una vez por todas. Hay que exigir a los padres, profesores y al sistema judicial que se tomen muy en serio el maltrato hacia los animales. La ley debe enviar un mensaje contundente a la población advirtiendo que la violencia contra cualquier ser vivo, humano o no, es inaceptable ¡Basta ya! Pongámosle freno de una vez!