No se puede ser selectivo con el Amor, porque entonces no es amor. Elegir conscientemente amar a un animal sí y a otros no, no es sano, ni ético, ni moral.

Tradicionalmente los seres vivos han sido discriminados por ser diferentes. El hecho de pertenecer a una determinada raza, sexo o especie condiciona significativamente la consideración social de los mismos. Si ya los animales actualmente son tratados como si fueran «cosas» y son utilizados para nuestro bienestar, dentro de los propios animales, dependiendo de su especie, se agrava considerablemente la desigualdad.

Pensemos en la diferencia existente entre un toro y un perro, o un cordero y un gato. Ambos sienten de igual manera y, sin embargo, no pagaríamos por ver lo que le hacen a un toro si fuese un gato, ni nos comeríamos a un perro...

Determinadas especies gozan de una mayor valoración moral y los privilegios que esto conlleva, mientras que el resto de animales son torturados, explotados, esclavizados y asesinados, sin plantearnos que la única diferencia es la forma que adquiere su cuerpo.

El ser humano elige tener un vínculo afectivo con los llamados animales «domésticos», apartando de su círculo de compasión al resto, y basando su criterio de poder infligir dolor o no a un ser vivo, única y exclusivamente, en su interés afectivo y económico. Este hecho no sólo no es sano para los animales, sino que tampoco lo es para las personas, ya que se trata de un comportamiento cruel carente de ética y moralidad.

Precisamente, en estas fechas millones de animales serán asesinados, tanto bebés como adultos, que servirán para llenar bocas y vaciar conciencias. Pensemos que nosotros no somos los únicos que queremos a nuestra familia y que, si protegemos a las víctimas inocentes de estas fiestas, se podrá disfrutar de una verdadera Feliz y Justa Navidad.