Si el Meridiano fuera un club capaz de tomar decisiones acorde con la lógica, el periplo de Óscar Quintana al frente del equipo llegaría inmediatamente a su fin. Prolongar un día más su presencia en el club es sinónimo de seguir trazando el camino perfecto hacia la LEB. La derrota ante el colista tras dejarse remontar una renta de 13 puntos (62-49) a falta de cinco minutos es una señal de que el equipo se hunde a pasos agigantados. El público estalló pidiendo la destitución del técnico y el equipo se marchó abroncado tras firmar un final de partido ridículo e imperdonable.

De nuevo el conjunto alicantino tiró por la borda un encuentro que tenía perfectamente encarrilado ante un rival que se encontró con un inesperado regalo del Meridiano. Un triple de Sergi Grimau a falta de cuatro segundos materializó el cúmulo de despropósitos. Todo estaba de cara para el Meridiano: la lesión de Montáñez, la eliminación de Gladyr (6 de 8 en triples), 13 puntos de ventaja. ¿Qué más necesitaba el equipo para ganar? Quintana también debió verlo claro cuando introduce en pista a Álex Urtasun en el minuto 35 por primera vez en el partido. Toda una señal de que daba el choque por ganado. Craso error pese a que el rival no conocía todavía el significado de la palabra victoria. Llegó en Alicante, como no podía ser de otra forma. Hoy en día la pista ideal para coger moral y confianza.

De forma similar a lo ocurrido ante el Fuenlabrada o el Menorca, el equipo se dedicó a labores contemplativas. El Manresa comenzó a anotar bandejas, triples y a creer en el milagro, que llegó con un triple de Grimau y una posterior falta en ataque de Doellman. Un parcial de 0-10 ante una afición que comienza a ladear la cabeza hacia al palco ante la pasividad en la toma de decisiones.

Erdogan no basta

Nadie esperaba un partido brillante por la situación de ambos equipos en la tabla y así fue. El primer cuarto fue un preludio de que el choque iba a vivir un final de infarto. Sólo Erdogan (8 puntos en los primeros diez minutos) aportaba casta en ataque. Por parte del Manresa, Slokar asumía el mismo papel en un cuarto de intercambio de canastas con muchas precipitaciones.

El Meridiano dejó el ridículo para el segundo cuarto en el que anotó sólo 4 puntos y cero de valoración. La estadística del equipo al descanso habla por sí misma. 1 de 15 en tiros de dos y festival de Gladyr con tres triples ante la inoperancia y la vulgaridad de las acciones lucentinas.

La bronca al descanso fue monumental. El Meridiano se estaba arrastrando ante un rival muy limitado que hubiera muerto con poco que su rival incidiera en su herida.

Reacción

La pitada le sirvió al equipo para reaccionar tras el descanso. Con dos triples consecutivos de Stojic el parcial fue de 10-0. Las cosas volvían a su sitio y la primera parte parecía quedar en el olvido en sólo 4 minutos. Doellman brillaba y el Meridiano caminaba por la senda correcta con un 24-8 en el tercer acto (44-39).

Un 7-0 de parcial en el arranque del último periodo permitió al Meridiano elevar su renta a los diez puntos por primera vez en el partido (51-39, m.32). La ventaja siguió aumentando hasta llegar al 62-49. Todo parecía estar bajo control. Falso. San Miguel y Llorca se echaron el Manresa a sus espaldas para mantener el partido vivo para sus intereses. A falta de 55 segundos, la renta del Meridiano era solo de dos puntos (67-65). Sudor frío en el Centro de Tecnificación y se temía lo peor, como así sucedió. El triple de Jordi Grimau a falta de 4 segundos fue letal (67-68). Balón para el Meridiano que desaprovecha con una personal en ataque de Doellman. El desastre se consumió ante el clamor de todo el pabellón contra Quintana. ¿Hasta cuando?