L a iglesia-fortaleza de Sant Francesc Xavier, el principal núcleo urbano de Formentera, fue bendecida en 1738. Ésa es la última noticia del maestro de «vila» Pere Ferro, que había nacido en Dénia 77 años antes y cuya biografía es verdaderamente singular: a principios de siglo había huido de su ciudad natal poco antes de que las tropas borbónicas la conquistaran. Hijo de su tiempo, superviviente de una época dramática de guerras y muerte, Ferro encontró en Ibiza primero y en Formentera después su refugio y desarrolló en ambas islas del archipiélago una fecunda actividad como maestro de obras en diferentes iglesias.

Además de por su apasionante trayectoria, Pere Ferro se ha convertido en una de las múltiples figuras que constituyen un nexo de unión entre Dénia y las Baleares, dos hitos geográficos muy relacionados a lo largo de los siglos. Por este motivo, la XI edición de la prueba deportiva de la Copa del Canal, en la que este año están participando cincuenta cruceros que cruzan el Mediterráneo entre la capital de la Marina Alta y Formentera, dedica su programa cultural a Ferro durante el presente fin de semana. El director del Museo Arqueológico de Dénia, Josep Antoni Gisbert, es el encargado de llevar a cabo esta nueva aventura de rescate de la memoria a través de los siglos.

Nacido en 1661, Pere Ferro y su hermano Joan trabajaron en Dénia tanto a las órdenes del Consell de la «vila» -institución equivalente al actual ayuntamiento- como para el clero. En los años 1704 y 1705, Ferro colaboró con el Consell en las tareas de reforzamiento de las murallas de Dénia, ciudad que pronto entró en guerra contra los borbones defendiendo al archiduque Carlos. Antes de que los franceses tomaron la ciudad, Ferro huyó a Eivissa y allí colaboró durante décadas en la reforma y construcción y reforma de varios templos: la catedral, la iglesia de Sant Josep, la de Sant Antoni o la reconstrucción del convento de los dominicos. Desde su huida de Dénia habían pasado 20 años.

A principios del siglo XVIII, Formentera, una pequeña y paradisiaca isla a muy pocas millas de Ibiza, su hermana mayor, no tenía iglesia. Apenas disfrutaba de una pequeña capilla dedicada originalmente a Sant Valero, construida en 1369. Así que los habitantes solicitaron al arzobispo la construcción de un nuevo edificio, cuya primera piedra fue colocada en Sant Francesc en 1726. Este es el dato que durante este fin de semana Gisbert explica en Formentera en su exposición sobre la figura de Ferro.