El alcalde de Dénia, Vicent Grimalt, y la concejala de Obras, Maria Josep Ripoll, ambos del PSPV, ya admiten la evidencia: la nueva estación de autobuses, que ha costado 282.000 euros (257.000 aportados por el Consell a través del Plan Confianza y 25.000 de un modificado que sí ha pagado el ayuntamiento), es estrecha. Se puso en marcha hace diez días. Nació pequeña. Y no ha dado de sí con el uso.

«Ha habido fallos en el diseño, no en la construcción», manifestó ayer el alcalde. «Está funcionando con normalidad, pero no estamos satisfechos. Pedimos disculpas públicamente a los usuarios», sostuvo Ripoll.

El alcalde y su concejal, que comparecieron sin sus socios de Compromís (son mucho más críticos con la fallida estación), anunciaron que la terminal se va a ampliar. Explicaron que el lunes mantuvieron una reunión con los transportistas, los redactores del proyecto y los técnicos municipales y llegaron a la conclusión de que hay que hacer nuevas horas. Ripoll ya avanzó ayer por dónde irán los tiros. Dijo que se está valorando ganar espacio en la entrada y también en todo lo ancho de la terminal. Metros hay de sobra. La estación ocupa 1.646 metros cuadrados de un solar municipal de 2.870 m2. El gran misterio cabalístico es por qué se fue tan cicatero con la estación y no se aprovechó que había suelo para que los autobuses maniobraran con holgura.

El munícipe recalcó que el gobierno local, de PSPV y Compromís, buscará subvenciones para que esas nuevas obras «no le cuesten nada a los vecinos de Dénia».

Pero, tras la ampliación, los autobuses más grandes, los de 15 metros y que son los que hacen parada en Dénia y siguen viaje, seguirán sin entrar en la estación. Se detendrán como hacen desde el primer día (al principio, se habló de que era una solución provisional) en el ya llamado andén 0. Queda fuera de la terminal. «Los transportistas han pedido que se mantenga esta parada rápida», afirmó Ripoll. La oposición y los propios usuarios han advertido que es peligroso para los viajeros cargar el equipaje en el autocar por el lado que da a la avenida y pasan los coches; no hay más que una línea pintada en la calcada y no un bordillo de separación.

Con la ampliación, eso sí, estos autobuses de 15 metros, que son los de la compañía Alsa, sí se aparcarán por la noche dentro de la terminal.

El alcalde y Ripoll se empeñaron ayer en seguir echando la vista atrás. Recordaron que el proyecto de la estación lo encargó el anterior gobierno del PP, que erró con el terreno. Quería construir la terminal en Torrecremada, que es una zona inundable. Grimalt y su edil incidieron en que el nuevo gobierno de PSPV y Compromís heredaron ese proyecto y lo trasladaron, con el aval de los técnicos municipales, a un emplazamiento mejor comunicado. El munícipe opinó que el anterior gobierno local debió encargar el diseño a un despacho de ingenieros y no de arquitectos.