La caridad ya está en Dénia. Ha vuelto tras 150 años. Es la obra cumbre de Domingo Llorens Cervera (1827-1905), el gran retratista de la burguesía dianense de la pasa y discípulo de Vicente López, pintor de cámara de Fernando VII e Isabel II. Llorens dedicó una década a La caridad, un lienzo de gran formato (170 centímetros de alto y 140 de ancho) que aborda un tema recurrente en la pintura y la literatura, el de los pobres que pedían en el frontis de la iglesia. El artista dianense terminó su obra en 1867. La llevó a la Exposición Regional de València y obtuvo una medalla de plata controvertida, ya que la prensa del momento la consideró merecedora del máximo galardón.

En 1897, veinte años después, salió de imprenta Misericordia, la novela en la que Benito Pérez Galdós «fotografía» la mendicidad. En el trazo de Llorens se adivina un propósito moralizante. El de Galdós es puro y descarnado realismo.

Los actuales benefactores (mecenas es más apropiado) de La caridad son la Fundació Esportiva Dénia. Esta entidad, guiada por el director del museo etnológico de Dénia, Josep A. Gisbert, ha adquirido la obra y la ha donado a su ciudad. Ha puesto una condición: que siempre esté expuesta al público. El cuadro lo sacó a subasta la casa Setdart. Había pertenecido a una potentada familia de Alicante. El presidente de la Fundación dianense, Ramón de Cárdenas, reveló que el precio pagado por la obra rozaba los 5.000 euros. Distan una barbaridad de los 60.000 por los que la obra salió a subasta hace diez años; entonces quedó desierta.

Con esta donación, el museo ya cuenta con once lienzos de Llorens. Los exhibirá definitivamente en la restaurada Casa de la Marquesa de Valero de Palma, que tendrá una sala dedicada al artista.

La caridad chocó con las vicisitudes de la historia. Llorens la llevó a Madrid para ofrecérsela a Isabel II, pero estalló la revolución de 1868 (la Gloriosa) y la reina acabó destronada. El cuadro fue a parar a manos de un coleccionista alicantino. El pintor dianense le hacía un guiño en el lienzo a la reina. La moneda que la niña entrega a uno de los mendigos lleva su efigie.

Gisbert destacó ayer que el primoroso vestido blanco y azul que luce la figura central del cuadro, la caritativa niña, es inglés y estaba muy de moda en la época de Isabel II. También era del gusto de la burguesía dianense de la pasa. Los mendigos visten andrajos, pero tienen el gesto dulce. La arquitectura de la iglesia es gótica. Y llama la atención la tabla devocional situada en la parte superior izquierda. Lleva la leyenda «hoy se saca un alma». Alude a que la limosna, la caridad, libera almas del purgatorio. Es evidente la pincelada moralizante de esta gran obra de Llorens, un maestro del detalle y el color.