Andrés Contreras volvió ayer en bicicleta al kilómetro 205 de la N-332. Allí, el pasado 7 de mayo, un coche conducido por una chica ebria y drogada arrolló a su «grupeta». Murieron su padre, Luis Alberto, de 53 años, y sus compañeros Edu Monfort y José Albi, ambos de 28. Andrés, que resultó gravemente herido (estuvo dos semanas en coma y cinco meses hospitalizado), dio ayer unas cuentas vueltas para llegar a ese fatídico kilómetro, situado en una recta que está en el término de Oliva. Evitó todo lo que pudo pedalear por la N-332. Junto a su compañero Manuel Luna, rodó por carreteras secundarias. «Sólo hemos hecho unos 500 metros por la nacional, pero al salir a esa carretera me he sentido muy desprotegido».

Andrés estrenó bicicleta. Y quiso volver al lugar del accidente ya que ayer era el Día del Padre. Lo hizo en homenaje a su progenitor. «Además, nuestro accidente ocurrió el Día de la Madre y hoy (por ayer), que era el Día del Padre, he querido regresar allí en bicicleta».

«Claro que tengo miedo de que pueda sufrir otro accidente», reconoció el joven. Los ciclistas se la juegan en la carretera y más en vías rápidas como la N-332. Andrés Contreras colgó ayer en redes sociales una fotografía suya tomada en ese funesto kilómetro acompañada de la leyenda «tu impaciencia puede costarme la vida».

Concienciar a los conductores

«Impresiona volver a ese lugar», admitió. Ya había pasado en coche. Pero en bicicleta cambian las sensaciones. «Hemos parado un minuto, lo justo para tomar unas fotos para intentar concienciar a los conductores».

El joven deportista todavía sigue realizando rehabilitación. Lo de salir ayer en bici fue algo excepcional. «Lo hice por el día que era».

La fractura de tibia y peroné, lesión que aún arrastra del accidente del 7 de mayo, no le está soldando bien. Los médicos le han quitado el orthofix (fijación externa del hueso). Lleva la pierna enyesada. De momento, se ha descartado que pase otra vez por el quirófano.

«Hemos hecho 65 kilómetros. Y con todas las precauciones. Mi novia nos escoltaba con un vehículo V-22 (de acompañamiento de ciclistas). Ha dado la casualidad de que nos hemos juntado con un ciclista que también pasó por allí el día del accidente y que fue uno de los primeros en avisar a los servicios de emergencia», explicó Andrés Contreras.

El ciclista afirmó que al volver, en los repechos, ya iba muy justo. «He hecho un gran esfuerzo. Pero también, cuando llevábamos el viento a favor, he podido meter plato y piñones pequeños y disfrutar de mi nueva bicicleta». Practicar el ciclismo, deporte del que su padre era un gran apasionado (llegó a ser profesional en Venezuela), le da la vida. Su madre también fue árbitro de pruebas ciclistas. Andrés lo lleva en los genes.