La tradición cerámica no tiene los pies de barro en Orba. El ayuntamiento, gobernado por Compromís, está dispuesto a recuperar el legado de las alfarerías. Convocó a dos reuniones a los descendientes de los artesanos de Orba y Orbeta. La respuesta ha sido extraordinaria. Estas familias ya han donado 400 piezas cerámicas. Y llegarán más. El consistorio ha reunido un extraordinario patrimonio; formará parte de la futura colección museográfica de la alfarería.

Los últimos alfareros y sus familias, así como otros vecinos que contaban con piezas cerámicas, no han dudado en colaborar en un proyecto que quiere rescatar la artesanía del barro de Orba. La actividad cerámica se mantuvo durante unos tres siglos. Las investigaciones llevadas a cabo ahora sitúan el origen de los primeros alfares a finales del siglo XVII.

Los fondos de la colección museográfica incluyen cántaros, jarras, lebrillos, morteros, ollas, cazuelas o tiestos. Son cerámicas que se usaban en las cocinas. Pero también hay otras piezas de gran valor etnológico como los abrevaderos y comederos de los animales del corral, las picas de lavar y del pozo o elementos vinculados al proceso de secado de la pasa.

Los alfareros de Orba también hacían cerámicas finas de finalidad decorativa. Los artesanos daban rienda libre a sus habilidades más artísticas.

Y no menos importante fue la producción de tejas, ladrillos o azulejos. Todavía se conservan los moldes para la fabricación de esta alfarería relacionada con la construcción.

El ayuntamiento también está recogiendo los útiles de los talleres alfareros. Ya cuenta con un torno y con utensilios empleados para modelar las piezas.

La cultura del barro está enraizada con fuerza en Orba.