Aún es pronto, pero los primeros brotes verdes empiezan a hacer su aparición. Lejos queda aún la recuperación del manto boscoso que cubría La Granadella antes del pavoroso incendio de septiembre de 2016 y que arrasó literalmente una de las masas arbóreas más importantes de la Comunidad Valenciana y una de las zonas paisajísticas de mayor belleza.

Año y medio después del tremendo incendio que tuvo su origen en una colilla y que acabó con más de 800 hectáreas de masa forestal, la cubierta vegetal va recuperando el tono y poco a poco el matorral típico del Levante va extendiéndose por la montaña en un adelanto del nacimiento de los pinos autóctonos que en un futuro brotarán de modo natural.

En esta fase de regeneración ha tenido un papel muy importante el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, que ha destinado una partida de 150.000 euros en una actuación hidrológico-forestal en los términos de Jávea y Benitatxell y que han permitido frenar el riesgo de erosión del suelo en las zonas más sensibles que vieron agudizado el proceso de debilitación de la cubierta vegetal debido a las lluvias torrenciales de octubre y noviembre de 2017 y enero de 2018. «El problema más allá de la devastación por el fuego, fue que las precipitaciones posteriores tuvieron un efecto pernicioso, ya que el agua lava los nutrientes y hace perder la capacidad de regeneración», indicó Alejandro Cózar, técnico del área hidrológica del Ministerio de Medio Ambiente.

La actuación, en la que también han colaborado los municipios afectados por el incendio, la Generalitat Valenciana y la UE, han consistido en la eliminación -en una superficie de 134 hectáreas- de los árboles calcinados, cuya madera ha sido triturada y posteriormente esparcida en la zona para que se convierta en un manto acolchado que frene el impacto de las gotas de agua y para que su descomposición sirva, además, como nutrientes para el suelo.

La intervención del Ministerio también ha permitido la reconstrucción de 230 metros lineales de muros de los antiguos bancales que quedaron destruidos y que permiten regular los flujos hídricos. «Por eso hoy vemos un verde predominante en el paisaje y, sobre todo, hemos conseguido frenar el proceso erosivo», aseguró el técnico de Medio Ambiente, quien vaticinó la necesidad de que aún tengan que pasar muchas décadas para que La Granadella recobre el esplendor de antaño.

Para comprobar la recuperación de la zona, La Granadella recibió ayer la visita del delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Juan Carlos Moragues, quien estuvo acompañado por el alcalde de Xàbia, José Chulvi; el alcalde de Benitatxell, Josep Femenia; el subdelegado del Gobierno en Alicante, José Miguel Saval; y la directora general de Prevención de Incendios Forestales de la Generalitat Valenciana, Delia Álvarez.

Durante el reconocimiento del terreno, Moragues hizo hincapié en que los trabajos que se han realizado han sido muy laboriosos y costosos, ya que tras el incendio la zona se vio gravemente afectada por los episodios extraordinarios de lluvias torrenciales posteriores a la fecha del siniestro, que ocasionaron derribos de arbolado, fuertes escorrentías, arrastre de cenizas y aceleración de procesos erosivos en las zonas quemadas. «Nos volcamos en apagar el incendio y ahora lo hemos hecho para contribuir a que la forestación vuelva a la Granadella», remarcó Moragues, quien recordó que se llegaron a desplegar 222 militares, 65 vehículos de la UME y 11 medios aéreos del Ministerio, entre ellos 5 anfibios, para acabar con las llamas.

El proceso de regeneración ha consistido en la mejora de las masas forestales mediante el apeo, preparación de la madera, trituración y extendido de la biomasa forestal quemada con el objetivo de proteger el suelo de la erosión y evitar la propagación de plagas de escolítidos. Además del control de la erosión en barrancos y cauces, la pretensión es detener la erosión y facilitar la retención del suelo fértil en las zonas de mayor pendiente y sensibilidad. La cubierta vegetal predominante en estas zonas son los pinares de pino carrasco (Pinus halepensis) con una cobertura muy heterogénea resultado de los recurrentes incendios, así como la mancha de matorral calcícola mediterráneo formado por una mezcla de lentisco (Pistacia lentiscus), palmito (Chamaerops humilis), coscoja (Quercus coccifera), brezo (Erica multiflora) o aladierno (Rhamnus alaternus), entre otras.