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Ondara

La bailarina que enamoró a América

Neoyorquina, pero de padres de Ondara, Trini Reyes rememora a sus 87 años su exitosa carrera

La bailarina que enamoró a América

«Tuve mucha suerte. Con 13 años, empecé a bailar en el club El Chico, en Nueva York, y ya encadené contratos y giras. El baile español gustaba mucho». Trini Reyes nació el 20 de febrero de 1930 en Manhattan. Sus padres, Antonio Terentí y Josefa Seguí, ambos de Ondara, emigraron por separado a Nueva York. Miles de valencianos también se buscaron allí el futuro. Antonio y Josefa se conocían del pueblo, pero en la Gran Manzana se hicieron novios y se casaron. Su hija, Josefa (luego Trini Reyes), era una renacuaja y ya los convencía para que la llevaran al cine a ver los musicales de Fred Astaire y Ginger Rogers. «Yo quería ser bailarina de claqué», confiesa Trini, que, tras casarse en 1962 con Hector Spodeck y retirarse, se estableció en Benidorm, donde sigue residiendo.

«Soy piscis y estaba predestinada a ser bailarina», afirma. Con 5 años, su madre la llevó a la academia neoyorquina de baile que dirigía Lola Bravo. El pianista era natural de Benissa. «En Nueva York, estábamos rodeados de valencianos». «Yo creía que era un fenómeno. Pero no sabía nada. Empezaba a sonar la música y me iba con mi madre, que, al segundo día, me dijo que allí no hacíamos nada y que no íbamos a volver. Al día siguiente, empecé a hacer todo lo que me decía la profesora y, al año, era la mejor bailarina de la academia».

A partir de ahí, todo fue vertiginoso. Trini era una bailarina racial, un torbellino. A los 13 años, debutó en el club El Chico, en el Village neoyorquino. «Con el primer dinero que gané, fuí a un sastre gallego de Nueva York. Me hizo la ropa de baile a medida». Una noche reconoció entre el público a la actriz Ingrid Bergman. Trini le pidió un autógrafo. «Me lo firmó en un menú». Años más tarde, Trini triunfaba en Cuba y actuaba antes de que en el teatro proyectaran Stromboli, la película que unió a Bergman con Roberto Rossellini, que la dirigió. «Hubo un escándalo terrible porque ella se quedó embarazada durante el rodaje», recuerda Trini, que, a sus casi 88 años, tiene una memoria prodigiosa.

De El Chico pasó al Havana-Madrid, en el corazón de Broadway. Actuó también en el show televisivo Cavalcade of Stars. Su carrera ya era imparable. Bailó al ritmo de Xavier Cugat y su orquesta en el Waldorf Astoria. Luego se unió a los Chavales de España, un grupo de 11 músicos catalanes. La combinación fue perfecta. Triunfaron durante ocho años. «Nos contrataron en Sant Louis para sustituir a Frank Sinatra, que se acababa de separar de Ava Gardner y estaba deprimido, sumido en un pozo».

Trini y los Chavales de España pasaron como un vendaval por las Vegas, Miami, Panamá, Brasil... A la bailarina siempre la acompañaba su madre. «Ella era muy discreta. Todos la querían».

Trini hizo amistad con Judy Garland, Carmen Miranda («era fantástica»), Nat King Cole o Sammy Davies Junior. En 1956, se tomó 9 meses de descanso en Ondara. «Estaba saturada. No podía más. Pero de lunes a viernes iba a València a una academia de baile».

En 1962, con 32 años y tras triunfar desde Canadá a Argentina, decidió retirarse. «Me casé y se terminó el bailoteo», comenta entre risas. «Podía haber seguido en España, pero toda mi carrera la hice en América y aquí no hubiera sido lo mismo».

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