«Nos dio mucha rabia no lograr salvar al delfín. Cuando lo descubrimos en la orilla, no nos podiamos quedar paradas. Teníamos que intentar que volviera al mar». Idoia y Marta, dos chicas de Xàbia de 17 años, paseaban la noche del viernes por el paseo de la playa del Arenal de Xàbia cuando vieron «un destello muy brillante». «Fuimos corriendo a ver qué era. Al principio, pensamos que podía ser un tiburón», recordó ayer Idoia. «Ni nos imaginábamos que fuera un delfín», admite Marta. Pero sí: era un delfín mular y estaba varado en la playa del Arenal de Xàbia.

Las dos chicas se metieron en el agua e intentaron por todos los medios que el cetáceo nadara mar adentro. También pidieron a gritos ayuda.

«Ni siquiera noté que el agua estaba helada. Solo tenía en la cabeza salvar al delfín», indicó Marta, quien se empapó de la cabeza a los pies. «En ese momento, yo tampoco tenía frío, pero un rato después de salir del agua no sentía los pies; los tenía congelados», añade Idoia.

Unos chavales ingleses acudieron a toda prisa a ayudarlas. Uno de esos chicos se metió con Marta en al agua. «Llegamos a donde casi no hacíamos ya pie», apuntó la chica.

El delfín movía las aletas y los jóvenes comprobaron que expulsaba aire por el espiráculo. Pero, cuando lo empujaron para que nadara mar adentro, se dio la vuelta y volvió a la orilla.

Idoia llamó por teléfono a los padres de su amiga para que le trajesen ropa seca. También avisó al 112. Enseguida se arremolinó más gente joven y todos se implicaron en intentar salvar al cetáceo que media metro y medio y pesaba unos cien kilos.

También llegó la policía local de Xàbia, que llevó mantas térmicas para abrigar a los jóvenes que salían del agua tiritando. Los camareros de los bares más próximos también llevaron mantas. Lo que era una noche de fiesta se convirtió en un esfuerzo compartido y solidario.

«No podíamos hacer más», admite Idoia. Las dos chicas, así como sus amigos y otros jóvenes, mantenían la esperanza de que el delfín pudiera buscar aguas más profundas y sobrevivir.

Pero ya muy avanzada la noche vieron que había regresado a la orilla. El delfín agonizaba. Estos cetáceos suelen buscar las playas para morir. De nuevo otros chicos intentaron meterlo en el mar, pero desistieron al ver que el animal sangraba. «Entonces nos convencimos de que no había nada que hacer. Sentimos una gran tristeza», concluye Idoia.