Los testimonios directos de la Guerra Civil están en trance de desaparecer. Paquita Riera Vicens, que ahora tiene 95 años, sí conserva recuerdos muy vívidos de aquella tragedia. Su padre, Francisco Riera Capó, era carabinero y anotó con minuciosidad todos los bombardeos que sufrió Dénia, una ciudad castigada por los cruceros de la marina franquista y por los aviones de Mussolini que tenían su base en Mallorca.

Paquita nació en 1922 en Dénia. A los ocho días, su familia se trasladó a Pego, pueblo al que el cuerpo de carabineros destinó entonces a Francisco Riera. Esta anciana, que atiende junto a dos de sus sobrinos a Levante-EMV en la residencia de Santa Llúcia, tenía 15 años cuando estalló el conflicto. Recuerda el horror de los bombardeos. «Acudíamos al refugio de la fábrica de Sahuquillo. Era para sus trabajadores, pero nosotros también íbamos. Éramos muy jóvenes e inconscientes. Corríamos a ver las bombas que caían y no explotaban», rememora.

De las hojas en las que su padre apuntó con todo detalle los bombardeos no recuerda nada. «Era un hombre que lo anotaba todo. Y tenía también una memoria prodigiosa».

Antes de la guerra, la familia vivió 9 años en Pego. Allí Francisca estudio en el colegio de las monjas franciscanas. Los carabineros, un cuerpo que vigilaba las costas y fronteras y que perseguía el contrabando, se dedicaba en este pueblo a controlar las carreteras. «Nosotros nunca vivimos en un cuartel. En Pego, teníamos la vivienda en el Carrer la Pau, encima de la oficina de recaudación de Morell».

A su padre lo destinaron luego de nuevo a Dénia, donde también ejercían otros tres carabineros. Antes de nacer Francisca, la menor de tres hermanas, sus padres también estuvieron viviendo en una casita en Ambolo de Xàbia. En esa abrupta costa, territorio de contrabandistas, los carabineros debían estar siempre ojo avizor. «Contaba que le propusieron ir a Benidorm. Pero dijo que allí ni había nada. Y lo enviaron a Ambolo».

Los sobrinos de Francisca han encontrado, además de las anotaciones que hizo su tío abuelo de los bombardeos, el documento de su licenciatura. El cuerpo de carabineros lo apartó del servicio cuando cumplió la edad reglamentaria de 54 años. Lo licenciaron el 28 de febrero de 1939. Francisco Riera Capó, que era natural de Benissa, tuvo que reinventarse.

Ingresó el 14 de abril de 1903 en los carabineros. Tenía 18 años. Antes había sido labrador. Sus primeros destinos fueron Valencia, Alicante y Oliva. En 1910 se casó con Concepción Vicens en Dénia. Tras 36 años de servicio, causó baja un mes antes de acabar la Guerra Civil. Los carabineros permanecieron fieles a la República. Franco disolvió el cuerpo en 1940.

Por tanto, Francisco Riera Capó, al que en el legajo de su licenciatura se describe como «un hombre de aire bueno», fue de los últimos que pudo cumplir completos los 54 años de servicio en el cuerpo de carabineros.

Su hija recuerda que luego trabajó de encargado de almacén en Ca el Xurro, el negocio de exportación de frutos secos que, fundado en 1896, regentaba en esos años Alfonso Moliner. Francisco Riera falleció en 1980 a los 95 años.

El documento en el que anotó los 25 bombardeos que sufrió Dénia, descubierto por su nieta Inma, es una joya para los investigadores. El testimonio de su hija, también.

El historiador Robert Llopis, autor junto a Luis Botella, del libro Fer la guerra. Diccionari i testimonis dels combatents de Benissa en la Guerra Civil (1936-1939), también ha entrevistado a Francisca Riera Vicens. Está recogiendo testimonios de hijos de carabineros de Benissa. Esa labor es fundamental para salvar la memoria y los testimonios orales de una generación que poco a poco se apaga.