El urbanismo en Dénia es cuestión de dieta. La ciudad se desembaraza del ladrillo. Quiere volver a la tierra. Además, el título de Ciudad Creativa de la Gastronomía que le otorgó la Unesco hace dos años obliga a revisar el modelo. Dénia deja atrás el urbanismo residencial y apuesta por plantar la simiente de un sistema agroalimentario que alimente el turismo gastronómico, cultural y de paisaje. El reto es mayúsculo.

Pero el gobierno local (PSPV y Compromís) y los dos ediles de Podemos lo tienen claro. El nuevo plan general estructural, que desde ayer y hasta el 28 de diciembre, día de los Inocentes, estará en exposición pública, consagra el cambio de modelo. La concejala de Territorio, Maria Josep Ripoll, subrayó ayer que protege las 3.000 hectáreas del suelo agrícola del Pla. Muchos de esos campos están abandonados. «Blindamos ese suelo y damos el primer paso para recuperarlo», dijo Ripoll.

El alcalde, Vicent Grimalt, expuso que Copenhague se marcó el desafio de abastecerse de su entorno y ahora el 90 % de los alimentos que llegan a sus mercados y de los menús escolares son de proximidad y ecológicos.

La edil de Territorio recalcó que el plan estructural persigue el objetivo de «acabar con la anarquía urbanística de Dénia». Precisó que está muy condicionado por la inundabilidad del término municipal. Sí, la ciudad lleva mal las lluvias torrenciales. Hasta ahora el urbanismo ha agravado las inundaciones. Ahora sí se buscan soluciones. El gran anillo verde del parque de les Vessanes, de 9 hectáreas, laminará las avenidas de agua. Y la nueva Vía Parque mejorará el acceso viario al puerto y romperá su actual estrangulamiento y, al tiempo, será «inundable» y evacuará el agua de las lluvias torrenciales. El plan estructural cuenta con tres estudios de inundabilidad.