El reloj del antiguo Ayuntamiento de Calp da las horas desde 1868. Se adquirió al relojero de Alcoi Mauro Miró Gilabert. Primero estuvo en la torre del Portalet. En 1920, ese edificio se demolió. El reloj se colocó en la fachada del entonces nuevo ayuntamiento. Sus manecillas marcan la historia de Calp de los últimos 146 años. Ha estado periodos sin funcionar. También se ha desacompasado y retrasado; eran los achaques de la edad. Ahora la vieja maquinaria está parada. Funciona con un nuevo y moderno sistema.

Además, los tiempos cambian. El reloj daba dos toques cada hora. Son metálicos y quien no está acostumbrado da un respingo. Los últimos del día eran a medianoche. Luego callaba hasta la mañana siguiente.

Pero los vecinos del casco antiguo han presentado instancias y quejas pidiendo al ayuntamiento que reprogramara los toques. Los dos de las 24 horas los desvelaban cuando intentaban conciliar el sueño.

El consistorio ha atendido la petición. En otros pueblos, también se ha puesto sordina a las campanas de las iglesias y se han reducido sus repiques.

Ahora el reloj del viejo ayuntamiento da su último toque del día a las 21 horas. Además, en lugar de resonar dos veces cada hora, lo hace una. Basta un toque para que los turistas levanten la cabeza y miren a la pequeña torre de un edificio que ahora es museo de arte contemporáneo.

El viejo reloj se adapta a los nuevos tiempos. A los vecinos de toda la vida del centro histórico calpino no les molestaba el repique de las horas. Pero en este núcleo hay nuevos residentes que no se han habituado a los toques. En invierno, cuando las calles están solitarias y en silencio, los de las 24 horas se escuchaban con estridente nitidez.