El turismo náutico echa el ancha en Xàbia. El litoral de acantilados, que en el siglo pasado fue territorio de «encesers» (así se llama a quienes bajan a «les pesqueres de cingle») y contrabandistas, se ha convertido en un gran fondeadero turístico. Este verano las embarcaciones de recreo han vuelto a invadir la Cala Blanca y la Sardinera. Este tramo de costa está protegido de las corrientes marinas por el Cap Prim. Cientos de barcos arrojan aquí el ancla. El ayuntamiento, que va dando pasos hacía el turismo sostenible, ya obligó en el contrato de balizamiento de playas a que se instalaran 62 boyas de amarre. Son poquísimas para la presión náutica que sufre la costa de Xàbia.

La invasión de la Sardinera ha ido a más en los últimos años. En los días veraniegos de mar en calma, se pueden contar más de 200 barcos. El ancla daña los valiosos fondos de Posidonia oceanica. La policía local, eso sí, hace una labor encomiable. El agente que vigila el litoral en moto acuática indica a los navegantes que mejor fondeen en fondos arenosos. La campaña de protección de la «posidonia» llevada a cabo por el consistorio también va creando conciencia ecológica. Además, el Oceanogràfic ha iniciado un programa pionero para difundir el valor ambiental de los fondos marinos de Xàbia.

Pero la presión del turismo náutico es enorme. Y este verano se ha detectado otro problema: los fondeos se dispersan. Este mes de agosto los fondeos masivos han llegado a ensenadas del Cap Negre y Ambolo. Las embarcaciones rodean incluso l'Illa del Portitxol y se detienen en tramos de arrecifes y de poco calado, como el de els Esculls del Portitxol.

Colonización total

Al abrigo del Cap Negre, han llegado a fondear simultáneamente más de 50 embarcaciones. Las motos acuáticas pasan por este tramo costero a todo trapo. Y los catamaranes turísticos, en los que atruena la música, también hacen escala en esos recodos de costa que hace unos años solo conocían los marineros más avezados de la Marina Alta.

Este verano el turismo náutico ya ha invadido de punta a punta la abrupta costa de acantilados de Xàbia. En la reserva marina del Cap de Sant Antoni, también fondean numerosas embarcaciones.

El alcalde, José Chulvi, del PSPV, está dispuesto a poner freno a tanta presión náutica. La primera medida fue balizar las cuevas marinas del Llop Marí y els Òrguens (antes se colaban barcas y motos acuáticas). En octubre, Xàbia acoge un foro de turismo sostenible. Surgirán medidas para contener la oleada de embarcaciones de recreo.