La policía local de Xàbia cerró el sábado por la noche las calles que rodean la discoteca Molí Blanc. Colocó vallas y permitió el acceso solo a los residentes. El pasado verano esa medida funcionó para atajar el botellón. Se tomó cuando la cosa ya se puso seria. Las calles amanecían repletas de basura. Ahora las mismas calles amanecen los domingos alfombradas de botellas y residuos. Es un mal endémico del mes de agosto. El primer gran botellón llegó la primera madrugada del sábado al domingo de este mes. Y el segundo ha tenido lugar este fin de semana. Las vallas disuadieron a algunos jóvenes. Pero otros hicieron caso omiso y entraron con sus coches en los viales vedados. Los restos de la fiesta se podían ver el domingo a primera hora. A las 8 de la mañana muchos jóvenes todavía se arremolinaban en las inmediaciones de la discoteca. Las calles estaban salpicadas de basura.

Eso sí, el botellón este año no parece dispersarse. Se concentra en los alrededores de esa discoteca. Este fin de semana esta sucia práctica festiva no subió a la discoteca Hacienda del Montgó.