En el mar todo cambia en un abrir y cerrar de ojos. Lo sabe bien Julián Pascual, el pescador deportivo de 37 años y natural del Poble Nou de Benitatxell que hace tres semanas sobrevivió con otros dos compañeros 18 horas flotando en el mar tras hundirse su embarcación. Ayer las tornas cambiaron. Julián salvó a cinco náufragos, cuyo barco también se fue a pique en un santiamén.

«En cinco minutos se ha hundido. Hemos tenido el tiempo justo de coger los chalecos y los salvavidas y hacer dos llamadas de socorro», explicó ayer Guillermo Llobell, uno de los cinco tripulantes del «Sandy Hook», la embarcación de 8,4 metros de eslora que ayer zozobró cuando navegaba a 7 millas del Cap de la Nau. Los cinco de a bordo son vecinos de Moraira y tienen vínculos familiares. Iban Rafael García, de unos 70 años, que es el dueño del barco, y su hijo Jorge, los hermanos Guillermo y Pablo Llobell y Vicente Ballester. Zarparon del club náutico de Moraira a las 9.30 horas. Ya habían arribado a las aguas de Brumeo, a donde acuden los pescadores deportivos a capturar atunes. «Hemos sufrido una vía de agua y hemos empezado a achicar», relató Jorge García. «Pero no había nada que hacer. La embarcación se ha puesto de lado y se ha hundido».

Una de las llamadas de auxilio la hicieron al club náutico. Los náufragos saltaron al agua. «Sí, nos hemos llevado un buen susto», admitió Guillermo. El mar, de hecho, no estaba ayer para bromas. La corriente los desplazó más de una milla.

Antes del naufragio, la embarcación de Julián Pascual, quien navegaba con otros cuatro compañeros, adelantó al «Sandy Hook». Julián recibió del club náutico el aviso de «hombres al agua». «Hemos vuelto atrás. Creo que en 20 minutos los hemos localizado. Han tenido mucha suerte, ya que el mar estaba hoy mucho peor que el día que mi barco se hundió. Y fue más o menos en esta misma zona», indicó este pescador deportivo. Un mercante también vio cómo la embarcación se iba a pique. Ya estaba maniobrando para acudir al rescate.

Julián y sus compañeros subieron a bordo a los náufragos. Todo fue muy rápido. En tierra, esperaba una ambulancia y sanitarios. Todos los tripulantes estaban en perfectas condiciones. El viaje de regreso les ayudó a sacudirse los nervios y el susto. Julián en tres semanas ha vivido un hundimiento desde los dos lados. A él y a sus dos compañeros, tras aguantar 18 horas en el mar agarrados a una caja de sardinas, los salvó un velero francés. Ayer, él se convirtió en rescatador. «La verdad es que después de aquello no me da ningún miedo embarcarme. Me he criado en el mar», dijo este navegante de Benitatxell.