El hastío es el segundo gran enemigo del tren Gandia-Dénia. Los vecinos de la Marina Alta y la Safor, tras 43 años de esperar el tren (la línea que unía ambas comarcas se cerró en 1974), son presa del desánimo. Las reivindicaciones históricas corren el peligro de convertirse en desengaños históricos. Y lo de la Marina Alta con el tren es frustrante. Hasta el punto de que el único que conservaba, el trenet con Alicante, se cerró hace un año porque no cumplía los mínimos de seguridad.

Con todo, el primer gran enemigo de la conexión ferroviaria entre Gandia, Oliva y Dénia, tramo que forma parte del Tren de la Costa, es el Gobierno central. Solo tiene ojos para los números, para la rentabilidad económica monda y lironda, y desprecia la importancia social, cultural, de movilidad (los estudiantes que acuden a la universidad están hasta el gorro de autobús) de un ferrocarril que, además, daría a la Marina Alta una opción de transporte distinta a dejarse los cuartos en la autopista AP-7 o perder la paciencia en la saturada N-332.

La concentración de ayer, convocada en Dénia por empresarios, colectivos de vecinos y culturales (incluso excursionistas) y por partidos políticos de toda laya, reunió a unas 3.000 personas. Tuvo lugar en la calle La Via, donde está la antigua estación del tren de Dénia (ahora es museo del juguete y sala de exposiciones).

Acudieron alcaldes y concejales de prácticamente todos los pueblos de la Safor y la Marina Alta. Hubo representación de Gandia, de Oliva (su alcalde, David González, fue uno de los que leyeron el manifiesto) o de Dénia. La presencia institucional fue, desde luego, abrumadora. Asistieron los diputados Rosa Mustafá, del PSPV, Josep Nadal, de Compromís, Alexis Marí, de Ciudadanos, o Antoni Joan Bertomeu, del PP. También estuvieron Joan Baldoví, diputado de Compromís en el Congreso, y el presidente de las Corts, Enric Morera, que se saltó el protocolo del manifiesto y denunció el «aislamiento» de estas comarcas y el poco respeto que el Gobierno de Rajoy muestra por los principios de «igualdad, solidaridad y justicia». El presidente del PP de Alicante, José Císcar, también se dejó caer.

Los empresarios, con la presidenta del Cercle de la Marina Alta, Sonja Dietz, y el vicepresidente de FAES, Ramón Soler, a la cabeza, acudieron igualmente en gran número.

Pero a la concentración le faltó la electricidad vecinal. Esperar 43 años desalienta al más pintado.