¿Ataques de gaviotas? Sí, ocurrió en un acantilado de Calp este fin de semana y obligó a rescatar a cinco escaladores que, en plena ascensión, tuvieron que dar marcha atrás después de que uno de ellos metiera de forma accidental la mano en un nido. No es ni la primera ni la última vez que ocurre y no sólo en Calp, donde el número de estas aves ha proliferado, lo que obligó incluso a realizar un estudio de la interacción que suponía para su principal icono medioambiental, el Peñón de Ifach, declarado parque natural de la Comunitat Valenciana. Ayer recordaban cómo en una ocasión un escalador resultó con una fractura en la pierna tras caer por otro ataque en circunstancias parecidas y en Alicante, en el Castillo de Santa Bárbara, hace poco más de tres años una colonia anidó allí creando no pocos problemas a los turistas en un municipio que sabe, y mucho, de estas aves y de su proliferación; de hecho, hace nueve años tuvieron que tomar medidas para esterilizar huevos. No han sido los únicos casos de un ave imponente en pleno vuelo que amenaza la seguridad de los aviones -caso del aeropuertos de El Altet- cuando se traslada a un vertedero desde la costa para alimentarse. Las gaviotas, por un motivo u otro, nos han perdido el miedo.
¿Hay que preocuparse? Quizá esta sea la pregunta. Y la contestación no es fácil. Un biólogo explicaba ayer, a tenor del incidente en Calp, que las gaviotas son aves muy territoriales y que en época de nidificación, lo son más. El hecho de que ni mucho menos sean una especie protegida, más bien todo lo contrario por su proliferación, hace imposible tomar medidas para evitar sucesos como el ocurrido este pasado fin de semana. Ponen sus nidos allí donde lo consideran oportuno, en teoría lugares tranquilos y alejados del mundanal ruido pero... cuidado con aquellos que se acerquen, porque no es que sólo sean aves territoriales sino que forman colonias de decenas de parejas y todas con el mismo objetivo: proteger sus huevos. El biólogo aseguraba que los escaladores implicados en el accidente hicieron lo más coherente en esos momentos. Marcharse.
«Da lo mismo si metieron la mano o si fueron atacados sin motivo alguno. Lo importante fue el hecho de que se estaban acercando a los nidos y las gaviotas los tenían que proteger de algún modo, ya bien sea con picotazos, que no sé si se produjeron, o volando muy cerca de sus supuestos agresores. La gaviota es otro ejemplo más de especies que defiende su territorio, como sucede con la morena en sus cuevas o las serpientes bajo cualquier piedra de un rico. A cualquiera le parecería normal que un reptil atacara a alguien que se acerca mucho a él. Algo parecido ha sucedido y no debería tener más importancia», añade. El biólogo explicaba que cada especie utiliza sus propios métodos para defenderse, bien sus nidos o su comida. Entre los ejemplos próximos que puso estaba la cigüeñuela y el chorlitejo, que optan por emitir fuertes graznidos o hacerse el malherido para centrar la atención del atacante en él y despistarle.
Entrar a valorar si ahora estos ataques suceden más o menos no tiene mucho sentido porque no existen datos y sí una realidad. Es época de nidificación y, para una madre, lo más importante son sus crías. Lo ocurrido en Calp tiene más explicación que, por ejemplo, esa excelente película, Los Pájaros, de Alfred Hitchcock, que nos dejó a todos con la intriga de saber por qué ocurrieron aquellos ataques...
