«Ahora le cuento a mis hijas lo que pasé y me dicen que les parece muy fuerte y surrealista». Enriqueta Borrás Faus rememoró ayer sus duros inicios en un mundo de hombres, el de la Policía Local. Ingresó en la policía de Dénia en mayo de 1987. Abrió el camino a otras mujeres. «No entré por vocación ni por tradición. Mi pareja me dijo que sería una buena salida laboral y yo misma me convencí de que podía ser una buena policía», explicó.

Enriqueta se enfrentó, primero que nada, a las reticencias de su familia. Se preparó concienzudamente. Hizo las pruebas en varios pueblos. Pasaba las físicas, pero en las psicotécnicas la suspendían. Se topó con «tribunales hostiles». Pero no se rindió. Y, al final, sacó la plaza en Dénia.

«Algunos compañeros no querían hacer el servicio conmigo. En unos casos, era por machismo y, en otros, porque sus familias desconfiaban. No les parecía bien que estuvieran ocho horas con una mujer», relató esta agente que, desde 2004, forma parte de la policía local de Gandia.

Contó también que algunos compañeros «me llevaban al lado como si fuera un trofeo». Enriqueta desveló que un agente llegó a humillarla. «Volvimos del servicio cada uno por una acera». Y lo peor, dijo, fue que otros compañeros se lo tomaron como «una anécdota con la que reirse y hacer bromas». Hoy, asegura Enriqueta, ese desprecio que sufrió sería motivo de un expediente disciplinario.

Rumores

También tuvo que soportar «rumores morbosos», algunos difundidos por sus propios compañeros. Los vecinos hombres tampoco se tomaron muy bien que una mujer policía les diera órdenes. «En Dénia aprendí la frase: "De fora vindrà qui de casa ens traurà"». Enriqueta es natural de Beniarjó.

Con todo, esta mujer destacó que la mayor parte de sus compañeros la trataron «con camaradería y respeto».

También recordó que las condiciones del retén de entonces no eran las más adecuadas para fomentar la igualdad. «No tenía ni vestuarios ni duchas. Si volvía de un incendio, sólo podía limpiarme el uniforme con un cepillo y proseguir con el servicio».

Patricia Salort, que es agente de la policía de Dénia, subrayó que Enriqueta fue «un ejemplo para ella». «Nos abrió de par en par las puertas de un mundo de hombres».