El temporal ha causado estragos millonarios en las playas de la Marina Alta. Pero también ha obrado algún pequeño milagro. En la playa del Tangó de Xàbia, la tempestad arrancó un mirador de hormigón creado por la conselleria de Infraestructuras. También destrozó la terraza del restaurante. Las olas saltaron por encima del tejado y el agua se filtró dentro del edificio. Su propietario ya ha empezado a reparar la cubierta.

Sin embargo, el dueño de este negocio advirtió ayer de un efecto un punto sorprendente. De la cala del Tangó, inmortalizada por Joaquín Sorolla en su cuadro «Niños bañándose entre rocas» y que también recibe el nombre de playa del Pope, ya que un sacerdote ortodoxo acostumbraba a tomar aquí el baño, no quedaba nada. Había desaparecido por completo. Tras el temporal asoma una incipiente orilla de cantos rodados. Son dos metritos mar adentro de una playa que ha emergido por sorpresa. El oleaje fue tan fuerte que arrastró a tierra estas piedras.

El dueño del restaurante Tangó advirtió de lo «caprichoso» que es el mar. De repente, ha salido a flote una playa minúscula, pero playa al fin y al cabo.

Ya hace años que el mar se tragó esta cala, una de las más emblemáticas de Xàbia. Los temporales de 1981 y de 2001, que fueron tan destructivos como el de hace dos semanas (episodios tan violentos se repiten en una horquilla de 20 años), erosionaron una playa que antaño estuvo repleta de grava.

El oleaje, la lluvia y el vendaval del pasado fin de semana también provocaron desprendimientos en estos acantilados del cabo de Sant Antoni. Las redes de acero han quedado hechas jirones.