Benissa dio en las décadas de los 60 y 70 un puñado de empresarios que se comían el mundo. Pedro Soliveres Cabrera, quien fundó en 1963 la empresa VAPF, fue uno de ellos. Vislumbró que el turismo residencial era el futuro. Y tanto. El modelo urbanístico de chalés que se asoman al mar y que chiflan a los residentes extranjeros (primero fueron los alemanes, belgas y británicos y ahora se han sumado los rusos) ha transformado el territorio y la sociedad de la Marina Alta.

Soliveres, un pionero del negocio urbanístico en la comarca, falleció el miércoles a los 83 años de edad. El funeral se oficiará hoy en la iglesia de la Puríssima Xiqueta de Benissa.

La VAPF nació como una empresa de meditado engranaje. No en vano Soliveres se alió con un relojero de Düsseldorf, quien le abrió la puerta del potente mercado germano. La empresa ha construido y vendido más de 8.000 chalés. Mientras otras promotoras sucumbían a las crisis del ladrillo, la firma benissera salía fortalecida. Se benefició en los primeros años de la manga ancha de los ayuntamientos con el incipiente urbanismo. Promovió las urbanizaciones de la Cumbre del Sol, en Benitatxell; de Maryvilla y la Canuta, en Calp; de Montemar, en Benissa, y de Balcón al Mar y Mar Azul, en Xàbia. La alta ocupación del territorio de sus urbanizaciones también le ha granjeado críticas.