¿Qué es este trabajo?

Es una exposición itinerante muy interactiva dirigida a los jóvenes y que tiene por objeto informarles y sensibilizarles sobre la trata. Pero también es una novela, una web posicionada en las redes sociales y una «peli» que ha recibido multitud de premios.

¿Cuál es el objetivo?

Esta es una provincia en la que la prostitución está normalizada, está llena de clubs de alterne y de mujeres prostitutas en las rotondas que forman parte del paisaje y muchos chavales lo ven con normalidad, sin saber que detrás de ello, en el 80 o 90% de los casos hay tratas, abusos, violencia, vulneración de derechos humanos. En las casas no se habla de sexo, de relaciones sexuales normalizadas, de prostitución... los jóvenes todo lo que ven es a través de internet y de las redes sociales y esa prostitución la vinculan al ocio y al entretenimiento. Por eso, los jóvenes demandan cada vez a menor edad sexo de pago y por eso es importante explicarles que no deben comprar a ningún ser humano ni contribuir al segundo negocio ilícito más rentable del mundo. Para ellos es como el botellón, porque desconocen la realidad.

¿Cómo ha sido la acogida del documental y la exposición en Calp?

El Ayuntamiento ha hecho un gran esfuerzo por informar y sensibilizar a la ciudadanía de la trata de blancas. La exposición ha recibido constantemente grupos de jóvenes para realizar visitas guiadas en las que se les pregunta qué se puede hacer contra la trata y cómo la erradicarían.

¿Porqué surgió este trabajo?

Hace once años conocí a una joven rusa en Madrid que fue vendida por su novio a un club de alterne por tres mil euros. Llevo once años escribiendo, dirigiendo, haciendo campañas porque soy un ser humano comprometido con un delito con el que convivimos y respecto al que miramos para otra parte. De hecho, una de las quejas de estas mujeres es su «invisibilidad». El documental está rodado en Paraguay y Colombia que son dos de los países iberoamericanos más importantes en el «suministro» de estas mujeres, además de Argentina y España como países de destino de estas chicas y Perú, donde existe mucha trata relacionada con la extracción ilegal de oro.

¿Qué muestra en el documental?

Yo no hago pornografía del sufrimiento ajeno. La prostitución se relaciona con mujeres casi desnudas y taconazos, algo que da mucho morbo. Nosotros vemos la desnudez de sus cuerpos, pero no la desnudez de su sufrimiento. Por eso he tratado de tener el máximo respeto porque lo contrario sería una violación de sus derechos humanos y supondría revictimizarlas nuevamente. Es un trabajo en el que he contado con expertos, fiscales, jueces, policías, víctimas... y donde el rigor es máximo, aunque también se incluye una parte de ficción para llegar mejor a los jóvenes. He utilizado un lenguaje audiovisual potente para que llegue el mensaje y sea comprensible.

¿Qué pretende con el documental?

La información es el movimiento transformador para desacelerar la demanda. Los jóvenes deben conocer la verdad. Ellos son clientes potenciales y en este caso la educación es vital. Este es un documental que está dando la vuelta al mundo. Ha cosechado muchos premios, pero el verdadero premio es que cambiemos la percepción que tienen los jóvenes sobre esta lacra social.