El Pont del Llavador ha aguantado carros y carretas. Comunica Xàbia con su zona agrícola del Pla. Se construyó entre 1860 y 1886, en plena época de expansión de la pasa. Los agricultores pasaban con sus carros al otro lado del río Gorgos, un cauce que casi siempre está seco, pero que, cuando baja con caudal, lo hace con furia desatada.

El puente, de robusta factura y construido con sillares de piedra tosca (la que se sacaba de las dunas fósiles del litoral de Xàbia), soporta las riadas sin inmutarse. Mientras otros viaductos más modernos sufren deterioro, el Pont del Llavador supera las violentas crecidas y los desbordamientos del Gorgos con pétrea entereza.

El arqueólogo municipal de Xàbia Joaquim Bolufer lo define como «una sólida y magnífica obra de arquitectura e ingeniería». Afirma que, «por su aire de obra antigua», muchos vecinos han creído que era de época romana. Es bastante más reciente. Y debe su nombre a que, a principios del siglo XX, se levantó junto al puente un lavadero público con capacidad para 50 mujeres. El lavadero hace años que se demolió.

El puente, en la violenta crecida del Gorgos del pasado lunes, transmitía fortaleza. El agua llegó a su petril. Prácticamente tapaba los arcos escarzanos de sus tres ojos. Pero este puente contracultural (ahora se construyen pasarelas sin pilares que entorpezcan el paso del agua) ya se ha enfrentado a tragos más complicados. Sus tajamares se las han visto con corrientes más furiosas.

Soportó l’aiguà de 1957, cuando los días 1 y 2 de octubre, cayeron en Xàbia 878 litros por metro cuadrado en el episodio de lluvias torrenciales más importante registrado hasta ahora en España. Y también salió indemne de la riada de octubre de 2007, cuando en la cabecera del Gorgos se recogieron 400 l/m2. El río se desbordó. El agua pasaba por encima del puente. Pero aguantó, mientras otros más modernos como el de la desembocadura (se construyó en 1930) quedó seriamente dañado, y se tendrá que demoler para levantar otro nuevo.

El patrimonio hídrico del interior de la comarca recupera su esplendor

Las fuentes históricas y los lavaderos se habían quedado secos tras años de pertinaz sequía. Las lluvias han recuperado el esplendor de un patrimonio hídrico que es muy valioso en el interior de la Marina Alta. El lavadero público de la imagen, el de la Font Grossa de la Vall de Laguar, está ahora a rebosar de agua. En estas montañas, las fuentes vuelven a manar. De sus caños sale agua a chorros. Algunas de ellas incluso se han desbordado.