Magdalena Borja Bas, de 76 años, ya vivió con su marido la riada de 2007. «Entonces ni nos desalojaron. Ahora han sido más previsores», indicó esta mujer, que vive en el Camí del Pou de Moro de Xàbia, en la ribera del río Gorgos. Una patrulla de la Policía Local llegó sobre las 17 horas a su casa. Los agentes los desalojaron y llevaron al albergue habilitado por la Cruz Roja (había 21 camas preparadas). Este matrimonio y otro también de avanzada edad fueron los únicos que pasaron por el refugio. El resto de desalojados encontraron casas de familiares y amigos. Y, al final, los dos matrimonios de ancianos también pudieron pasar la noche con familiares. Aunque la crecida del río parecía controlada, la Cruz Roja mantuvo el albergue. Entre las zonas de riesgo de inundación, están los campings de Xàbia, donde ahora se hospedan unas 270 personas.

«Sí, sabíamos que estaba lloviendo todo el día. Pero hasta que no ha venido la Policía no hemos visto que el río se había salido», indicó Magdalena. «No hemos pasado miedo. En 2007, sí nos asustamos mucho. Nos asomábamos a la ventana y todo a nuestro alrededor estaba inundado. Nos quedamos atrapados en casa».

Los ayuntamientos mantenían anoche máquinas junto a los puentes de los ríos. Temían que las cañas y ramas pudieran obstruirlos. El jefe del parque de bomberos de la Marina Alta, Javier Fayos, comentó que estaba lloviendo otra vez con intensidad en la cabecera de los ríos. Era fundamental que los puentes estuvieran libres y el enorme caudal pudiera correr sin obstáculos.

Los escolares de la Marina Alta ya han vuelto hoy a los colegios e institutos tras quedarse ayer en casa.